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El nuevo rostro de la URSS / y 2

4.000 candidatos para dirigir una fábrica soviética

Pilar Bonet

Más de 4.000 candidatos de todos los rincones del país, desde ordeñadoras hasta estudiantes, pasando por maestros y chóferes, se presentaron recientemente al primer concurso público celebrado en la URSS para elegir a un director de empresa. Los comicios tuvieron lugar en la empresa de microbuses Raf, en la localidad letona de Elgava, cerca de Riga, y el ganador fue Viktor Bosert, un siberiano que participó con otros cuatro finalistas en una especie de maratón celebrada en las oficinas de la fábrica, jocosamente apodadas la Casa Blanca. Las elecciones en la Raf, que concluyeron en cestos artesanales a modo de urnas, han sido el ejemplo más divulgado del intento de ampliar la participación de los trabajadores en la gestión empresarial, tal como recoge la ley sobre empresas estatales, sometida actualmente a discusión pública.

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La ley, que prevé la posibilidad de quiebra, el cierre de la empresa y el despido y reconversión de la plantilla en otros trabajos, contempla además la elección del director mediante voto secreto o a mano alzada, y por un período de cinco años.Aunque el candidato elegido tiene que ser aprobado por el ministerio correspondiente y los concursantes son miembros del Partido Comunista de la URSS (PCUS) o ciudadanos sin partido, la ley suscita una enorme oposición en el establisment, según se desprende del debate publico en marcha en la Prensa.

Hasta el secretario general del PCUS, Mijail Gorbachov, lamentó que el nuevo sistema electoral en las empresas haya sido ya utilizado en ocasiones para elegir no a los trabajadores "más capaces", sino a los "más comodos", según la versión en ruso dada por la agencia Tass del discurso del dirigente en el congreso de los sindicatos soviéticos.

Gorbachov rechazó la "vuelta atrás a métodos administrativos" para solucionar el dilema, y se pronunció por la ampliación de los mecanismos democráticos, según frases que, pese a haber sido difundidas por Tass, se encuentran ausentes de la versión final del discurso publicado en Pravda. Allí falta también una alusión a la resistencia que suscitó entre la clase obrera y una parte de la dirección del partido la decisión de Lenin de firmar en 1918 la Paz de Brest-Litovsk y retirarse de la I Guerra Mundial con un alto coste. Gorbachov establecía un paralelismo entre la resistencia a Lenin y la oposición a la perestroika (reconstrucción o reestructuración), y concluía que tanto una acción como la otra responden a los intereses básicos de los obreros, según Tass.

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En lo que a las elecciones se refiere, los miembros de la resistencia (como llaman irónicamente en Moscú a los enemigos de la perestroika) tratan de desacreditar el procedimiento o de limitarlo en su alcance. "Resulta absurdo imaginarse que la fiebre electoral contagie mañana -a todas las empresas desde la pequeña hasta la grande: ¿quién trabajará y pondrá en práctica la idea de la perestroika económica", decía el director de una fábrica de aparatos de calefacción de Karaganda (Kazajistán) en un debate publicado en Sozialistisheskaia Industria.

Por su parte, el catedrático de Derecho Iru Tijimirov criticaba la forma en que se había organizado el concurso para las elecciones de la fábrica (anunciado en un periódico central de Moscú), y opinaba que se presentaron a él "cientos.y cientos de confiados simplones que creían ingenuamente en sus posibilidades". Tijomirov acusaba a los organizadores de crear confusión entre miles de personas, ya que estaba "tan claro como dos y dos son cuatro" que ni el estudiante ni el chófer iban a ser nombrados directores de la fábrica que produce los taxis colectivos que pueden verse en Moscú. Cuestiones como la forma de seleccionar a los candidatos, qué hacer con los no elegidos o con el equipo del director sustituido o cómo elaborar los programas electorales y cómo neutralizar a un director que no es eficaz son temas en discusión actualmente en la Prensa soviética, que le pregunta qué pasa si los órganos, superiores no confirman al director elegido por el colectivo.

"Algunos expresan su temor de que la democracia sea un arma de dos filos que haga salir al genio de la botella; pero hoy no se trata de dejar salir al genio, sino de cómo echarlo de allí", afirmaba en el congreso de los sindicatos el sindicalista N. Travkin, héroe del trabajo socialista. Travkin criticaba el proyecto de ley de las empresas estatales por ser poco preciso sobre los derechos del colectivo laboral y reivindicaba el derecho a disponer por sí mismos sobre el beneficio de la empresa, que la ley distribuye, de hecho; entre los distintos fondos empresariales. Un ejemplo de la pluralidad de ideas en acción ha sido ofrecido hace poco por el concurso público para construir un monumento a las víctimas del fascismo en Moscú. El concurso, en el que participaron 384 proyectos, se organizó después de parar las obras,de un monumento anterior adjudicado a dedo. Hasta el 15 de febrero pasado, la sala central de exposiciones de Moscú se vio convertida en una auténtica y pluralista sala de los horrores, concebidos para ocupar un terreno, antes una hermosa colina, estropeado por las grúas y las estructuras de hormigón a medio hacer. Los proyectos presentados revelaban una total falta de imaginación. Había allí variaciones en el más puro estilo del realismo socialista sobre el tema de la madre sufriente, sobre el soldado con la espada, derivaciones de la estatua leningradense de Pedro I a caballo y macizas figuras femeninas representando uná victoria armada o alada, e incluso reminiscencias de san Jorge y el dragón, que en este caso aparecía identificado con una esvástica hitleriana en la punta de la cola. El público tenía la oportunidad de expresar su opinión y depositarla en buzones especiales para ello. Las fotos estaban rigurosamente prohibidas. Se registraron casi 38.000 opiniones, y el concurso fue declarado desierto. La academia de los artistas ha anunciado un nuevo concurso que deberá sacar conclusiones del ya realizado, y al mismo tiempo, pensar en aprovechar el desaguisado urbanístico de la zona.

Democracia con conflictos

En el campo cultural, la democracia llega con sus conflictos. Así, la decisión del director del teatro Majat (teatro artístico de Moscú), Oleg Efremov, de dividir la compañía en dos fue contestada por el colectivo, una plantilla hinchada y envejecida que veía peligrar puestos de trabajo con la medida. En un artículo dedicado a la reforma teatral actualmente en marcha (donde el concepto de autofinanciación es clave), el periódico Pravda escribía el pasado domingo que la "inmensa inayoría" de la plantilla del Majat resultó más conservadora que su director, que no puede dar trabajo ni siquiera a la mitad de la compañía. La democracia en el teatro ha sido llevada a feos extremos, en opinión de Viktor Rozov, que escribía en Literaturnaia Gazeta en defensa de la figura de autoridad que, según él, es necesaria en cada teatro para controlar a los actores, gente creativa y difícil de manejar.

Igor Ligachov, el número dos del partido, apareció recientemente en la localidad de Saratov, para denunciar ante los trabajadores para la "propaganda imperialista" que trata de recuperar la perestroika para sí. Afirmó que el nuevo mecanismo electoral soviético permite elegir a una persona, pero no una línea política. "En ocasiones", señala Ligachov, según Pravda, "se hacen intentos de rebajar el papel dirigente del Estado en el campo de la cultura. Hay que ampliar los derechos y competencias, incrementar la actividad de las organizaciones artísticas, pero no debilitar la responsabilidad de los órganos estatales por el estado de las cosas en la creación artística", decía el dirigente, para quien la "dirección del partido en los procesos artísticos" es "respeto por el talento" y también "perfeccionamiento de los métodos de persuasión e influencia ideológica; no hay otro camino".

En un tono bastante distinto al de Ligachov se expresaba recientemente en el periódico Sovietskaia Kultura el actor Mijail Ulianov, que ha encarnado a Lenin en la televisión y que es considerado como uno de los partidarios de la perestroika. El artículo, que era en realidad el discurso de Ulianov ante el pleno del comité central, señalaba que los tiempos "no son sólo difíciles, sino dramáticos". Tras distinguir entre dirigir y ordenar, Ulianov, miembro del Comité Central del PCUS, señalaba que "en la dirección del proceso artístico debe situarse gente competente y con autoridad que pueda dirigirlo con finura, delicadamente, pero racionalmente y con ideas". Ulianov afirmaba que la época actual es fronteriza y puede decantarse hacia un lado o hacia otro. "O hay una total renovación del sistema de genes, o ahogamos todo en las luchas mutuas, y entonces, de nuevo, por largo tiempo, si no para siempre, nos sumergimos en las aguas estancadas sin flujos ni reflujos, en el letargo, que ya vivimos".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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