El Madrid, obligado de nuevo a golear en casa
Beenhakker prefiere no creer en los milagros futbolísticos porque asegura que no siempre se producen y, en consecuencia, no se debe intentar subsistir a expensas de ellos. Ayer, sin embargo, quiso creer hasta casi el último instante en la recuperación providencial de Butragueño. Y dentro de dos semanas tendrá que creer por fuerza en el talismán del Bernabéu. Es el sino de este Madrid acostumbrado a conquistar Europa pisando de puntillas por sus inhóspitos campos. Una mala colocación defensiva le costó encajar cuatro goles y le obliga ahora a golear en casa.Sin la opción real o psicológica de Butragueño, el técnico holandés deshojó su tulipán de manera conservadora, completando su línea media con un jugador de características netamente defensivas, como Solana, y reforzándola con un Camacho convertido en la sombra de Stojkovic. Pero su ilusión fue vana en el primer período. El pretendido marcaje al hombre se quedó en probado acoso a la estela que el rival dejaba cada vez que se anticipaba en la acción, que era siempre.
Si Camacho no podía con Stojkovic ni Solana con Jankovic, otro tanto les ocurría a Michel, Gallego y Gordillo frente a Djurovski, Bracun y Djurovic. Así, pronto llegó el impacto de Djurovski, en la primera demostración de que Mrkela, que se apoya en una espléndida pierna izquierda, y Cvetkovic, inquieto y rápido, estaban decididos a sembrar el desconcierto en la cobertura blanca. La alternativa habría podido producirse inmediatamente después, pero Stojanovic adivinó la intención de Hugo Sánchez y desvió el penalti lanzado por el mexicano.
El colmo de los males madridistas se elevó aún más de inmediato con la consecución del segundo gol yugoslavo. Y, en todo caso, el larguero le salvó seguidamente al Madrid de un disparo perfecto de Mrkela desde la banda opuesta a la suya natural. El Estrella Roja terminó de convencerse en ese momento de que todo podía depender de él mismo, porque enfrente tenía a un adversario que parecía incapaz de recobrar su aplomo, su personalidad. Obligado a marcar al hombre, algo que no hacía el año pasado y a lo que no está habituado, el Madrid se descolocaba con facilidad, en especial por la consigna de Sanchis de seguir a su par hasta la media, lo que abría un claro impresionante a sus espaldas, frente al área de Buyo. Si la previsión era que Solana cerrara los posibles vacíos, el sistema no funcionó. Para el Estrella Roja, hallar otro resquicio por donde golpearle una vez más a su rival sólo era cuestión de tiempo. Cvetkovic lo evidenció. Por tercera vez en el primer tiempo, Buyo se vio completamente vendido por su defensa. Su indefensión fue absoluta.
Algo había que hacer, algo se tenia que improvisar. Y Beenhakker se acordó de que Juanito, aparte de tener mentalidad ofensiva, conoce bastante bien este escenario, por mucho que su memoria se viera afectada por aquel botellazo sufrido diez años atrás. Y, desde luego, el malagueño supo moverse bien por él para encontrar el camino del pase ideal para la cesión forzada de Valdano y la culminación de Hugo Sánchez.
El Estrella Roja titubeó entonces, y sobre todo acusó cierta fatiga física. Al fin y al cabo, acaba de salir de su letargo invernal y su gira por Bélgica, Francia e Inglaterra no ha dejado de ser amistosa y no le ha desperezado del todo. A los jugadores de Vasovic se les advertía el corte de ritmo competícional y los de Beenhakker se estiraron con más fe. Una fe, no obstante, que no pudo mover la montaña de la fatalidad de que Buyo se abrazase a Djurovski tres minutos antes de que Bracun derribase innecesariamente a Gordillo para que Hugo Sánchez se reconciliara definitivamente consigo mismo y, de forma inesperada, se pusiera menos caro el milagro del Bernabéu. Esos dos penaltis tardíos dejaron la cosa como estaba, es decir, en una diferencia de dos goles. El valor doble de los tantos en campo ajeno en caso de igualada final de la eliminatoiria puede influir lo suyo. Bracun se estará pensando hasta la cita de vuelta en el inútil penalti cometido a última hora.
Al Madrid le bastaría un 2-0 para salir adelante. El año pasado remontó resultados peores, pero entonces su defensa funcionaba mucho mejor que la de ahora.
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