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Encontradas posiciones de México y Costa Rica sobre la crisis centroamericana

La visita del presidente de Costa Rica, el socialdemócrata Óscar Arias, a México ha puesto de maniriesto las diferencias entre los dos países a la hora de enjuiciar y proponer soluciones a la crisis de Centroamérica. Mientras Arias acentúa la necesidad de una democratización en los países de la región y de concretar un calendario para una iniciativa de paz, el presidente de México, Miguel de la Madrid, insiste en la idea de la que democracia no es "una fórmula general de aplicación automática".

Arias no se privó de nada de lo que en México puede causar irritación y despertar susceptibilidades. Ante la prensa declaró abiertamente que su país "es amigo de Estados Unidos"; asistió, de forma ostentosa, a una misa en la basílica de la Virgen de Guadalupe, comulgó y tomó la palabra en la ceremonia.Todo esto fue recogido ampliamente por la Prensa con fuertes críticas hacia lo que algunos periódicos calificaron de hipocresía. Esta presencia de Arias en la basílica de Guadalupe ocurrió cuando las relaciones Iglesia-Estado en México atraviesan un bache debido a las duras declaraciones de la Conferencia Episcopal mexicana sobre el derecho de la Iglesia a enjuiciar la situación política del país. Ningún político del Gobierno acompañó a Arias a la basílica de Guadalupe. A la conferencia de prensa final el Gobierno mexicano ni siquiera envió para presidirla al jefe de Prensa de la Presidencia.

Las diferencias sobre Centroamérica quedaron patentes ya en los discursos de Arias y De la Madrid durante el banquete oficial.

Para Costa Rica, el Acta de Contadora y la solución de la crisis en Centroamérica implica un control exterior de los procesos de democratización internos. Esto se recoge en la propuesta de paz del presidente Arias que deberá ser discutida antes del 15 de mayo en Esquipulas (Guatemala). México considera que cada país tiene derecho a organizar su propia democracia y huye de todo lo que signifique un control internacional de procesos electorales internos. Al defender el derecho de Nicaragua a organizar su propia democracia, México no hace sino poner una barrera contra los que critican las deficiencias democráticas de su propio sistema.

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