Los jueces de Milán preparan nuevas órdenes de detención por la quiebra del Ambrosiano
Los jueces de Milán que firmaron las órdenes de detención del arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), y de sus dos colaboradores seglares, Luigi Menini y Pellegrino de Strobel, están preparando otras 20 órdenes similares, que tendrán como objetivos a prelados y seglares, según noticias difundidas ayer por la televisión estatal italiana (RAI). La noticia volvió a sembrar la alarma en el Vaticano, que sigue encerrado en su mutismo, mientras se espera que se den a conocer oficialmente los motivos que han llevado a los magistrados a decretar la detención de los tres directivos del banco del Papa.
Se especulaba ayer sobre quiénes pueden ser los nuevos eclesiásticos involucrados en el escándalo de la quiebra fraudulenta del antiguo Banco Ambrosiano, que presidía Roberto Calvi, que fue hallado ahorcado en Londres en junio de 1982. Lo único que se sabe es que los dos personajes de la Curia, aparte de Marcinkus, más directamente relacionados con el asunto de las finanzas del Vaticano y con Calvi y sus adlátares, son el secretario del IOR, monseñor Donato de Bonis, y Hilary Franco, un oscuro y misterioso personaje menor de la curia romana de quien se sirvió Calvi para entrar en relación con el cardenal Pletro Palazzini, gran amigo del Opus Dei y, actualmente, prefecto para la Causa de los Santos.Precisamente en la bolsa de cuero negro de Calvi, hallada después de su trágica muerte, suicidado bajo un puente de Londres, se encontraron cartas de amigos de Calvi al cardenal Palazzini en relación con el Banco Ambrosiano.
En declaraciones al diario La Stampa desde su residencia de Las Bahamas, Clara Calvi, la viuda del banquero desaparecido, aseguraba ayer: "En la bolsa de los secretos de mi marido había documentos que se refieren al Vaticano y al Opus Dei; mi marido quería vender a este último el 16% de las acciones del Banco Ambrosiano". Y añadía: "Estoy convencida de que detrás de la muerte de mi marido hubo gente que quiso impedir esta operación".
Lo que, sin embargo, preocupa a las autoridades italianas en este momento es cómo resolver el complejo y delicado problema que han planteado los jueces de Milán al pedir la detención de Marcinkus. La Dirección de Asuntos Penales del Ministerio de Gracia y Justicia está estudiando cómo poner en práctica el mandato firmado, el lunes pasado, por los jueces Antonio Pizzi y Renato Bricchetti, ya que se trata de un caso de jurisprudencia internacional inédito. Marcinkus, además, es ciudadano extranjero dentro del Vaticano por su ciudadanía norteamericana y posee pasaporte diplomático. En teoría la Santa Sede tendría la obligación de entregarle a la Justicia sólo tras haber sido sancionada su culpabilidad.
[Otra posibilidad, apuntada por un magistrado que pidió el anonimato, es que Roma pida la extradición del arzobisbo, pero el propio juez reconoció que "es altamente improbable que dicha petición sea aceptada por el Vaticano", informa Reuter.]
Pero lo que preocupa más al Gobierno italiano es el poder llegar a un enfrentamiento con el Vaticano. Y éste teme la resonancia internacional que el caso está teniendo. Hace sólo unas semanas, la Comisión de Cardenales de todo el mundo, encargada de examinar los balances del Vaticano, ha confesado un déficit cada vez mayor de las arcas vaticanas. Las ofrendas al Papa están disminuyendo en todo el mundo y en el Vaticano, los enemigos de Marcinkus echan la culpa de ello al desencanto de los fieles tras los últimos escándalos en los que se ha visto envuelto el IOR o banco del Papa.
Está después el problema de conciencia. Hay quienes, como el cardenal Agostino Casaroli, secretario de Estado, han insistido inútilmente, para que Juan Pablo relevase de sus cargos a Marcinkus, y se preguntan si no sería este el momento oportuno para zanjar una cuestión tan engorrosa. Mientras que los defensores del banquero del papa piensan que quitarle ahora de la presidencia del IOR sería como aceptar su culpabilidad.
Se asegura que Marcinkus iba a ser designado cardenal en el próximo consistoriopara que se encargase sólo del gobernatorado de la ciudad del Vaticano dejando la presidencia del banco. Ahora los terribles jueces de Milán, en quienes no pocos dentro del Vaticano ven la mano negra de "los enemigos de la Iglesia" para desprestigiar el carisma del Papa polaco, han complicado nuevamente las cosas.
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