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La oscura faena de 'el rey del arroyo'

Dicen de él que es capaz de meterse por una alcantarilla en Tetuán, deslizarse por el laberinto subterráneo y salir como si tal cosa en Carabanchel o Vallecas. Cuentan que en sus mejores épocas sacaba de los colectores anillos y pulseras de oro, dinero a mansalva y hasta pistolas. En las alcantarillas, a los 13 años, recibió su segundo bautismo; desde entonces se le conoce como el rey del arroyo.

Pequeño, encorvado y escurridizo, Pepe -que así le llaman a la luz del día- está a punto de cumplir 59 años. "Ahora no es como antes, que nos llevábamos en un día el salarlo de un empleado en todo un mes; cuando más suerte tienes sacas 4.000 pesetas, lo justo para ir tirando". Pepe pasa las horas entre el aire enrarecido de las alcantarillas y el ambiente cálido de un pequeño bar donde departe, entre trago y trago, con sus compañeros de faena.

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Buscadores de oro

Son más de una decena. Se les conoce por el sobrenombre de los buscadores de oro. Ninguno tiene trabajo estable y recurren a las alcantarillas cuando no queda otro remedio. Todos miran al rey del arroyo con sana envidia: "Éste es capaz de meterse en cualquier sitio". Y Pepe se recrea contando cómo repta por las acometidas, cómo duerme en compañía de sus amigas las ratas o cómo se enrolla unos alambres a las botas para no resbalar por los colectores.

"Te juegas la vida cada vez que te metes ahí abajo...". Pepe no se cansa de enumerar los riesgos: tuberías donde apenas cabe agazapado, caídas de más de 20 metros, escalerillas oxidadas que pueden ceder en cualquier momento, avalanchas inesperadas de agua. "¿La suciedad? Te acostumbras a vivir con ella".

Hay otro obstáculo. La unidad de subsuelo de la policía está al acecho. Pepe afirma que lo más que dura en comisaría son dos horas: "Todos me conocen y saben que no he hecho nada malo; cuando encuentro una pistola la entrego siempre a la policía. Una vez me llamaron para rescatar a un niño de las alcantarillas en Moratalaz".

Azadones para remover el fango y cribas para filtrar el agua son algunas de sus armas de trabajo. Bien entrada la noche, el caudal de agua queda reducido a un pequeño reguero. Es el mejor momento. Se puede encontrar de todo: desde anillos a dentaduras postizas con alguna pieza de oro. Los hallazgos pasan luego por sucesivos lavados hasta que se desprende la mugre. Acabado el proceso, sólo Pepe podría adivinar de dónde han salido.

El rey del arroyo vive ahora con la sombra de la jubilación. Su cuerpo no está ya para muchos trotes y teme que su profesión muera con él. Lo único que echa en falta es una pensión: "Me veo en la calle, sin nada que llevarme a la boca". Pepe cree que todavía podría ser útil unos años como vigilante del subsuelo y espera una oportunidad. "Nadie conoce las alcantarillas mejor que yo; en ellas he encontrado mi medio de vida durante 46 años y a mí han recurrido a veces en busca de ayuda".

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