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Eduardo de Inglaterra abandona la carrera militar

El príncipe Eduardo, de 22 años, hijo menor de la reina Isabel II de Inglaterra, anunció ayer su decisión de abandonar definitivamente la carrera militar, rompiendo así con una larga tradición de la familia real británica. Un lacónico comunicado emitido a las once de la mañana (una hora más en España) por la secretaría de prensa del palacio de Buckingham señalaba que, "tras una larga reflexión", el príncipe deja la Real Infantería de Marina, donde seguía un curso de oficial. La nota subraya que el abandono del citado cuerpo le produce a Eduardo "un gran pesar", pero que había llegado a la conclusión de que "no deseaba que el servicio de las armas fuese su carrera a largo plazo".

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Un inestable

Al final de la nota, se dice que no se espera durante cierto tiempo que el príncipe anunció sus planes para el futuro, con, lo que permanece la duda sobre la carrera o profesión que escogerá. Eduardo regresó en la noche del domingo a la academia militar de los Royal Marines en Lympstone, en el condado de Devon, donde había iniciado sus cursos hace sólo cuatro meses y, en la mañana de ayer, comunicó a sus superiores su decisión, después de lo cual salió del cuartel con rumbo desconocido.El director de la academia de Lympstone, el coronel lan Moore, declaró tras conocer la noticia que lamentaba la resolución del príncipe, pero que la respetaba porque, la había tomado por "razones muy honorables".

Moore añadió que los resultados del príncipe en los primeros meses del curso habían sido muy buenos "y todo indicaba que tenía ante sí una carrera brillante". El coronel concluyó expresando al hijo de Isabel II sus mejores deseos para el futuro.

La decisión de Eduardo -que escandalizará, sin duda, a los círculos monárquicos más tradicionales en el Reino Unido- no ha sorprendido a la opinión pública, ya que el pasado miércoles una filtración a la Prensa revelé que el príncipe había sufrido una seria crisis en su vocación militar y que estaba virtualmente dispuesto a abandonar los estudios que seguía para convertirse en oficial de los Royal Marines.

Ese mismo día, sin confirmar de modo oficial la noticia, un portavoz de palacio anunciaba que el príncipe estaba "meditando sobre su futuro" y que había regresado a Lympstone para efectuar consultas con sus superiores. Eduardo se retiró junto a sus padres y su hermano mayor, Carlos de Gales, a la residencia de Sandringham durante el pasado fin de semana para reflexionar sobre su decisión que, según el propio príncipe comunicó, se anunciaría el lunes.

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Aunque, lógicamente, no han trascendido detalles de lo tratado en Sandringham, la cumbre de la familia real no debe haber estado exenta de tensiones. La postura de Eduardo estaba, al parecer, apoyada por su hermano Carlos, mientras que su padre, Felipe de Edimburgo, era partidario a ultranza de que su tercer hijo varón continuase, como sus hermanos y como es tradición para los hijos varones de la familia real británica, la carrera militar.

Mientras han durado las especulaciones sobre la decisión del príncipe Eduardo desde que saltó la noticia la pasada semana hasta el anuncio de ayer, ha surgido en la opinión pública de Reino Unido una clara corriente de simpatía por la valerosa decisión del hijo de la reina Isabel.

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