Pablo Barrachina Esteban,
el obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante, que esta misma semana ha publicado una pastoral sobre la responsabilidad de todos ante la paz, ha declarado la guerra al pueblo de Agost, una localidad alicantina de algo menos de 4.000 habitantes. El obispo ha impuesto como "pena canónica" a los agosteros la prohibición de sacar en procesión y cantar la serenata a su patrona, la Virgen de la Paz, cuyas fiestas se han de celebrar los próximos 23 y 24 de este mes, por los desmanes ocurridos el año pasado en la casa del párroco, Enrique Jordà. Durante las fiestas de 1986, un grupo de jóvenes, conocido como los naranjeros, celebraron la tradicional Nit dels Coets (noche de los cohetes) tan entusiasmados con la pólvora que acabaron chamuscando las paredes y el timbre de la casa del cura. Al parecer uno de los más fogosos fue un joven a cuyo hijo se había negado a bautizar el cura por no haberse casado sus padres por la Iglesia.
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