Carta a los Reyes Magos
Asistimos a un retorno de la ideología en el PSOE. El partido de gestión, protagonista entre 1982 y 1986 de una realpolitik enterradora de todo programa, impulsa ahora y con creciente interés los debates en torno a la perspectiva histórica del socialismo. Sus primeras plumas cruzan lanzas en la Prensa en torno al contenido ético del socialismo y a sus condicionamientos económicos. Intelectuales y políticos del área PSOE se reúnen para colocar en sus justos términos cuestiones tales como el futuro del socialismo e incluso el papel de la izquierda en Europa. Claro que se trata, eso sí, de trenes rigurosamente vigilados. Tanto en Jávea como en Sigüenza se ha impuesto una política de puertas cerradas. Ello induce a pensar, de entrada, que este regreso a las contiendas ideológicas no supone un replanteamiento efectivo del proyecto PSOE, sino que más bien encaja en el contexto de la pérdida de votos experimentada por el partido en las elecciones de junio. Ha de excluirse, pues, toda hipótesis de revisión. La política del PSOE se apoya hoy más que nunca sobre una conciencia inmaculada respecto al acierto de la propia gestión. En esto coinciden todos. Siempre es el mismo guión, con idénticos acentos puestos sobreJos valores de modernidad y de cientifismo. Lo esencial es que el país asuma la idea de estar gobernado por una elite portadora de las únicas respuestas posibles a una coyuntura de crisis.Es éste un sesgo particularmente visible en la política de educación e investigación, uno de los terrenos donde los propósitos de cambio fueron asumidos inicialmente con mayor empeño. El leitmotiv es aquí que, gracias a la labor realizada, Espaíla se incorpora al ranking de los países de vanguardia. No hay fallos y sin duda es la insuficiencia propia del crítico, y tal vez la incomodidad de la atalaya de la Complutense, lo que dicta una visión mucho menos optimista. Los problemas del alumnado están donde estaban. El profesor-investigadors.igue sin recursos. Pervive el desajuste Universidad-CSIC. En cuanto a la carrera académica, se encuentra más cerrada que nunca a los jóvenes licenciados, mientras los ya encaramados a los escalones inferiores se debaten en una brutal lucha por la supervivencia. Y, en fin, ha florecido una tupida red de comisiones designadas desde arriba que refuerzan la posibilidad de intervención sobre los procesos y la formación de estructuras clientelares. Así, en su conjunto, el sistema educativo permanece encerrado en el círculo vicioso de la precariedad de medios, en tanto que las perspectivas de racionalización han desembocado en un preocupante fortalecimiento de los mecanismos de control desde el poder. No es una excepción a la regla. Estamos ante un ensayo bastante logrado de control de una sociedad civil cuyos mecanismos de participación política resultan bloqueados o reciben la eficaz interferencia de la política de imagen. Por añadidura, los riesgos de tal operación son mínimos, ya que nuestro país cuenta con una larga tradición de pasividad política y no existen competidores: el PSOE ha conseguido ya, a los cuatro años de su instalación en el Gobierno, hacer una pinza a la derecha clásica, enlazando con el poder financiero y las multinacionales al mismo tiempo que conserva un soporte sociológico-sindical y en el voto característico de la izquierda. La fórmula se acerca a la perfección y sólo queda por descubrir el modo de apretar las clavijas para que la operación quede consumada. Primera consecuencia: la transmisión del mensaje ocupa por entero el lugar del debate político. Lo hace notar Benegas en su intervención de Jávea: "El partido político", define, "es una instancia intermedia entre el Gobierno y la sociedad civil". No es, desde luego, un centro de elaboración política: "Al partido", insiste Benegas, "como asociación civil, le corresponde como tarea prioritaria el sostenimiento y apoyo de la acción del Gobierno en cumplimiento del programa socialista. El partido debe ser el instrumento principal de explicación a la sociedad de la acción de gobierno". Surge así algo que llamaríamos el partído-transmisor o el partido-repetidor, que no puede incidir sobre los contenidos de la política, -pero sí crear mensajes atractivos. Así se lo explica el responsable de la Federación Socialista Madrileña a sus compañeros/seguidores al preparar la campaña municipal y autonómica en Madrid. Lo hemos hecho, dice, todo bien. Por ese lado no hay que cambiar nada. El objetivo es "mentalizarse e ilusionarse". Pero en las elecciones parlamentarias han bajado los votos, singularmente entre la juventud y las capas medias ilustradas, y hay que recuperar ese sector de la sociedad. Para alcanzar ese fin no hace falta rectificar contenidos, sino "analizar a fondo la situación para elaborar un conjunto de mensajes específicos, atractivos al electorado". No es extraño que esta concepción de la política, convertida en, fábrica de sueños, desemboque en la comparación del programa electoral con una carta a los Reyes Magos, que "es preciso saber escribir bien".
El intelectual orgánico asume los rasgos de un agente de ventas. Pero no olvida que, en términos políticos, control de mercado equivale a hegemonía. Es aquí donde entra en juego el mecanismo de captación e Intervención de los intelectuales en cuanto productores de ideología. Al lógico reclutamiento de cuadros profesionales de la primera etapa de gobierno sigue esta nueva política de fichajes, y consiguiente entrada en juego, tras los cambios de campo logrados desde la campaña de la OTAN. Las políticas culturales y el debate ideológico ofrecen siempre un amplio terreno sin los menores riesgos para el funcionamiento del poder. La sociedad civil tendrá, así, la sensación de que la gobiernan los mejores y de que, por añadidura, cualesquiera que sean las frustraciones del presente, no ha desaparecido del horizonte el sol de los objetivos finales, el socialismo. Y mientras unos hablan y otros escriben, el Ministerio de Economía elimina las últimas fisuras observables en su cohesión neoliberal.
El modelo, en consecuencia, es operativo, y con razón sus promotores se consideran a sí mismos, con vistas al futuro, "herederos de nosotros mismos". Bajo la piel de la socialdemocracia se ha instalado Unilever, y con este original y eficaz sistema de gestión, el vértice político del PSOE puede fijar su perspectiva histórica en el nuevo milenio. Por eso resulta inadecuada la personalización al abordar un encuadramiento crítico del tema. Lo defelipismo carece de valor analítico, a pesar de la centralidad del tándem González-Guerra en la articulación del poder socialista. Más bien cabría pensar en términos de elite o de clase política. El franquismo les dejó temporalmente sin sitio y radicalizó su ideología, pero ello ha sido incluso funcional, a la hora de recuperar el papel de gestores/ servidores del proceso que presidió su formación. De ahí sus óptimas perspectivas políticás en la actualidad, aunque sea a costa de renunciar a todo talante reformador y del desmantelamiento de la cultura de la Izquierda. A ésta le queda sólo hoy el papel de empezar nuevamente casi de cero. Y para ello, como ocurre con la entrada en la edad de razón, conviene saber y hacer saber que no hay Reyes Magos: en nuestro caso, que la reducción de la política a marketing implica la degradación de la democracia a una pura, y simple manipulación.
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