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Glorias y desventuras del Casino de Madrid

Cumple sus 150 años con la firma de un polémico contrato

En el número 15 de la calle de Alcalá, el edificio modernista que alberga al Casino de Madrid abre desde bien temprano, y hasta que el último socio se va. Fundado en plena época romántica, a finales de 1836, el Casino cumple 150 años con la polémica de un contrato de cesión de servicios a la empresa Gran Círculo, concesionaria del servicio del restaurante. "Un contrato por 30 años y que puede hacer uso de todos los salones del edificio es vender el Casino y acabar con él", declara Ángel Escolano, uno de los socios que se oponen al contrato. No tiene suerte el Casino con los aniversarios. Su centenario no pudo celebrarse porque en 1936 quedaba convertido en hospital de sangre.

"La verdad es que los socios últimamente no responden mucho", dice uno de los empleados más antiguos de la casa. "No se ha seguido una política de atracción de socios, ni jóvenes, ni mujeres; de ahí la sensación actual de tristeza del casino", señala uno de los 990 socios de la institución.Después de celebrar la junta general que aprobó por 61 votos a favor, y 53 en contra, la explotación de restaurante, salas de fiestas y discoteca por Gran Círculo, se vive cierta tensión entre los socios. Uno de ellos deja de jugar al billar y se marcha ofendido porque un compañero le ha echado en cara que han vendido el casino. "Pues si les hubiéramos dejado subastar obras de arte, como querían, íbamos listos", añade. "Desde hace quince años, aquí se ha perdido mucha caballerosidad", comenta el empleado

Nació el Casino entre las tertulias del café del Sólito, en la antigua calle de la Visitación, con el propósito de responder "a la necesidad que tienen los jóvenes de hallar un punto céntrico de reunión, de cita y de expansión alegre", según el general Fernández de Córdova, uno de los fundadores. Estuvo después asentado en dos pisos de la calle del Príncipe y la Carrera de San Jerónimo. Eran los primeros tiempos del Casino, y contaba con 56 socios, condes y marqueses muchos de ellos. Se llamaba por entonces Casino del Príncipe. En tiempos de Espartero y la Reina Gobernadora, destacó el Casino por su adhesión a las ideas conservadoras de la reina María Cristina. Antonio Cánovas del Castillo dijo al respecto que el Casino "era objeto de grande ojeriza al principio de parte de los llamados patriotas, o sea, liberales exaltados". Prueba de ello es que con la revolución de Vicálvaro, en 1854, los amotinados intentaron asaltarlo.

En 1865, redacta y aprueba unos nuevos estatutos, que declaran en su artículo primero que "el Casino del Príncipe es una reunión que tiene por objeto proporcionar a sus individuos los recreos y entretenimientos propios de la buena sociedad. En su consecuencia, es ajeno de su instituto todo acto que tenga tendencia política, y esté en desacuerdo con las leyes del país y las reglas del decoro". Aún así, en tiempos de la Primera República, "diputados odiados por el encono popular, hallan refugio y seguridad en el Casino durante las azarosas jornadas. Los extremistas de la República que han visto frustrados sus deseos contra los enemigos del Régimen recién nacido, no olvidan lo ocurrido con Echegaray. Saben que se refugió en el Casino y sienten inquina contra esta sociedad. A veces, los batallones de voluntarios federales que desfilan por la Carrera de San Jerónimo, al pasar ante el edificio del Casino, no se recatan en hacer demostraciones expresivas de ese odio", escribe José Montero Alonlo.

En 1878 adopta el nombre definitivo de Casino de Madrid. Cambia después de domicilio: al café Suizo (donde más tarde se construiría el Banco de Bilbao) y al edificio de la Equitativa, en la calle Alcalá. Después se construiría un edificio propio, resultado de un concurso público internacional al que en 1903 acudieron 27 proyectos En 1905 comienzan las obras bajo la dirección del arquitecto José López Sallaberry en la calle Alcalá, 15, en los 2.394 metros cuadrados comprados al Veloz-Club por millón y medio de pesetas. "La inaguración del Casino, en 1910, representa en la vida de Madrid, literalmente, un acontecimiento. Nunca una entidad de este carácter contó con un edificio social de tal amplitud y de tan buen gusto", relata Montero Alonso.

1000 socios

Tenía entonces mil socios, lo mismo que ahora. En su etapa dorada de la Belle Époque, llegó a los 3.500. Una biblioteca con 70.000 volúmenes, escalera modernista, fachadade estilo francés, lujosos salones de Caoba, del Gallo, de Ajedrez, un busto de Franco hecho por Benlliure, que preside el Salón de fiestas y pinturas dé Julio Romero de Torres son algunas de las partes más destacadas de un edificio cuyo valor lo calculan sus socios entre los 3.000 y 4.000 millones.La crítica situación económica de sus últimos años ha dado lugar a proyectos como el de atraer al Club siglo XXI a sus salones, o vender el edificio y comprar el Palacio de Linares, en Cibeles. Sus ingresos: las 3.000 pesetas mensuales que aportan sus socios, lo recaudado por los servicios prestados y la concesión del restaurante, más lo aportado por quienes utilizan sus salones para celebrar diversos actos. Para remontar el déficit de 168 millones de pesetas, la Junta se ha decidido por el contrato con Gran Círculo.

Entre los opositores, hay quienes sospechan que haya intereses creados, otros aluden a que la Directiva -presidida por el doctor Manuel Hidalgo Huerta- se ha dejado llevar por ansias de grandeza con las grandes inversiones que ha prometido Gran Circulo -empresa,sin embargo, sin ninguna solvencia económica, ni raigambre en la hostelería, para los contrarios al proyecto-.

Algunos señalan que en el Casino hay muchos socios de ánimo "fascistoide", acostumbrados al ordeno y mando, "este contrato no es sino un reflejo más de su actitud", afirman.

Mientras que un miembro de la Junta directiva recalca que "lo único que hemos hecho ha sido conceder ciertos servícios a una empresa, lo cual no afecta para nada a la entidad y los socios de este casino", y se refiere a un plan por parte del Casino de Torrelodones para desbaratar este contrato y quedarselo ellos Ángel Escolano, presidente del Casino de Torrelodones, lo desmiente categóricamente: "Es más, si hubiera concurso público, aseguro que no me presentaría". Tanto Escolano como Antonio Hernández, miembro de la directiva que ha dimitido, han decidido llevar hasta los últimos extremos la convalidación de un contrato que consideran "absolutamente leonino".

Socios de postín

Entre los socios del Casino, desde su fundación, se han encontrado personalidades tan destacadas como Alcalá Galiano, Donoso Cortés, Antonio Ríos Rosas, Espronceda, Juan Valera, Estanislao Figueras, Francisco Cea Bermúdez, Alberto Aguilera y Juan Prim, así como la mayor parte de los títulos nobiliarios. El actual contrato con Gran Círculo representa la posibilidad de entrar a esta institución privada personas ajenas al Casino, "mientras que a nosotros nos arrinconan", señala un socio. La inmensa mayoría de los actuales miembros, dada la avanzada edad con que cuentan, no verán muy probablemente el final del contrato, valedero para 30 años.Para ingresar se requiere el aval de tres socios, y la aprobación de la Junta Directiva y una Comisión de admisión. El cánon de entrada es de 60.000 pesetas, aunque hace ya varios años que está reducido a 2.000, como medida de atracción de nuevos socios. Antiguamente, se tenía por hábito rechazar a los toreros. Incluso se negó en una ocasión la entrada a un sacerdote. Los últimos admitidos fueron ocho, que entraron hace un mes. Aunque en los estatutos se admitió hace tres años la posibilidad de que entraran mujeres, no se ha tramitado aún ninguna solicitud femenina por falta de locales adecuados para ellas.

Los billares, las tertulias, la biblioteca, bar, y, restaurante, servicios de limpiabotas, peluquerías, practicante y estanco, sala de esgrima, un gimnasio y una sauna son las actividades de las que se benefician los casinistas madrileños.

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