Un niño del 36

No sentí nostalgia alguna al ver parte de la serie 'Los niños del 36', del programa Documentos TV, ya que dicho programa es más para promocionar a los hombres que hoy se encuentran en cargos relevantes, tanto económicos, políticos..., que en revelar quiénes fueron los niños desheredados en la guerra civil española y posguerra. Pero sí sentí nostalgia por los recuerdos que pasaron por mi mente al leer en EL PAÍS una carta al director de fecha 9 de diciembre de 1986, firmada por una dama, Angustías García.Recuerdo cuando el Gobierno de la República se trasladó de Valencia a Barcelona; cómo fuimos trasladados también muchos niños, unos con sus madres y otros solos, en un barco mercante, y cómo en el mar nos ame

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trallaron los nacionales, ya que fui herido leve. También recuerdo cuando el Gobierno se fue al exilio, cómo todos nosotros llegamos a Francia a pie, los franceses nos metieron en un corral de vacas, que les decían casas de refugiados, y nuestros hermanos mayores de nueve años, buscando por los caseríos limítrofes alimentos para las madres y pequeños.

Recuerdo a cuatro mozas asturianas cuando cantamos Asturias, patria querida, esa canción fue la que todo español se fundió en una piña, cuánto valor nos dieron las cuatro mozas, cuando los franceses nos obligaron a volver a la frontera y pasarla, a los familiares que no tuvimos la suerte de encontrar el padre en Francia, decían los franceses que la guerra se terminó hacía tiempo y no querían parásitos en su país, llamando parásitos a niños y madres, a los pocos años nuestros padres se dejaron la vida defendiendo la soberanía francesa.

Pero lo que más recuerdo es a un capitán del Ejército Nacional, de Academia, que gracias a su aparición, si tarda un minuto más en personarse, 14 niños, con sus cinco madres, hubiésemos sido pasto de los buitres, en un barranco en la misma frontera en la zona española; el mismo capitán dio la orden que cada familia fuera llevada a su pueblo de origen (gracias, mi capitán general, si vive; si así no fuere, siempre le recordaré, ya que jamás le olvidé). Y sigo recordando a los niños y juventud que murieron de tuberculosis en este mi pueblo por falta de alimentación, porque fueron débiles tanto ellos como sus padres en supervivencia, ya que en una sociedad injusta e insolidaria, la tierra no tiene dueño, por ser todo lo que la tierra da consumible por todo aquel que necesite de ello.- Puerto de Sagunto.