Frank Witchell,
ex directivo de la multinacional del automóvil General Motors, no era un buen jugador de golf, y ese pequeño detalle le costó a la empresa 450.000 dólares (más de 60 millones de pesetas), cantidad destinada a financiar un proyecto de ingenieria para mejorar su nivel de juego en el campo de golf. La curiosa inversión ha salido a la luz porque un ingeniero chino, Kelvin Shin, que abandonó la compañía el pasado año, ha demandado a General Motors por discriminación racial. Delante de los tribunales, Shin ha explicado que 25 empleados de la firma se dedicaron durante un año a corregir científicamente el ángulo y la velocidad de los golpes de Winchell. El abogado de Shin no ha presentado evidencias de que el antiguo directivo mejorara su juego, aunque ha asegurado que los ingenieros dedicados al proyecto fueron promocionados. Sin embargo, su cliente fue discriminado debido al color de su piel.
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