El Consejo de Seguridad Nacional, la agencia que hace que 'ocurran cosas'
El Consejo de Seguridad Nacional (NSC), cuyo nuevo titular es Frank Carlucci, bosquejó en 1983 los planes para invadir Granada, operación que Ronald Reagan considera como el punto culminante de la política exterior de su presidencia. El NSC fraguó la captura en vuelo de los secuestradores del Achille Lauro y organizó el primer ataque de la Marina de EE UU contra instalaciones de radar libias, en marzo. El historial de la agencia ha permitido a más de uno de sus nuembros considerarse como una casta aparte. Uno de ellos ha dicho: "Somos los únicos que podemos hacer que ocurran cosas".El NSC tiene su cuartel generales en la Casa Blanca y un presupuesto de unos 540 millones de pesetas. Está protegido por el privilegio ejecutivo, es inmune a la vigilancia del Congreso y lo suficientemente secreto y pequeño para estar virtualmente a prueba de filtraciones. Aunque ha gozado de gran influencia en anteriores administraciones, rara vez ha logrado el grado de autonomía que ha tenido con Reagan.
Creado en 1947, el NSC recibió como mandato "asesorar al presidente respecto a la integración de las políticas interna, exterior y militar". Se supone que debe funcionar como un fondo de compensación para asuntos de seguridad, evaluando los datos del Departamento de Estado, del Pentágono y otras agencias, para presentar recomendaciones al presidente. Está formado por el presidente, el vicepresidente, los secretarios de Estado y de Defensa, con el director de la CIA y el presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor como asesores.
En tiempos de John Kennedy, el NSC era relativamente pequeño, con una docena de empleados. Las funciones de la agencia, que ahora tiene una plantilla de unas 60 personas, crecieron bajo Henry Kissinger. El golpe más recordado de éste fue su misión secreta a Pekín en 1971, que llevó a establecer relaciones diplomáticas con China. "Un presidente siempre necesita consejos independientes" dice David Aaaron, jefe adjunto del NSC bajo Jimmy Carter. Algunos funcionarios del NSC que invocan con demasiada libertad el nombre del presidente para lograr concesiones de otras agencia pueden abusar de esa independencia, como hizo Oliver North.
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