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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El 'golpe' que no cesa

LA TÉCNICA del golpe de Estado se está enriqueciendo en los últimos meses en Filipinas con una y mil variaciones adaptadas a todos los oportunismos políticos. Cada nuevo avatar para el Gobierno de la presidenta Corazón Aquino ha encontrado su pretexto en una tentativa abortada de golpe de Estado. La apertura del poder hacia los comunistas, la negociación con la guerrilla, ha sufrido en este tiempo diversas asechanzas, que siempre se han presentado como complós de generales desafectos y que aunque han sido formalmente sofocados se han saldado con evidentes retrocesos en la política de reconciliación nacional. -El último episodio en este diálogo del poder por golpe de Estado interpuesto es la destitución del ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile, y con él la próxima formación de un nuevo Gobierno en el archipiélago. En esta ocasión, como en las anteriores, la medida contra Enrile se ha justificado haciendo alusión a un compló de militares de alguna manera relacionados con el ministro de Defensa, que pretendían resucitar la Asamblea Nacional de los tiempos del dictador Marcos, a su vez licenciada por Corazón Aquino al asumir el poder en febrero pasado. Sin embargo, en esta oportunidad podría haber más golpe de Estado oculto de lo que se vislumbra en la superficie en la propia actitud del general Fidel Ramos, jefe de Estado Mayor de las fuerzas armadas filipinas. El pasado día 21, Ramos abandonaba su supuesta neutralidad entre presidenta y ministro de Defensa para pedir a Corazón Aquino que se desembarazara de algunos de sus ministros, a los que tachaba de incompetentes. Ahora, apenas dos días más tarde, un oportuno compló permite alejar a Enrile y con él recomponer todo el Gabinete para dar presumible satisfacción a las exigencias del general. Decir que Ramos ha salido reforzado por ello sería un eufemismo. Lo que hay que preguntarse es si la señora Aquino ha salido realmente beneficiada con la derrota de Enrile y si el -conflicto entre las posiciones encontradas del ya ex ministro de Defensa, el vicepresidente Salvador Laurel y el propio Fidel Ramos no daba un cierto margen de maniobra a la presidenta. En cambio, ese espacio se recorta ahora al pasar Aquino a hallarse bajo la tutela de un solo poder, el del general, Ramos, al que nadie ignora que Washington ve como garantía de que la nueva democracia filipina no lo sea tanto como para reconciliarse demasiado aprisa con la guerrilla comunista.

Cuando en febrero pasado los militares encabezados por Enrile y Ramos forzaron la huida del dictador, los planes de éstos de formar una junta que regentara una transición hacia la democracia sin veleidades de apertura social ni de reintegración de la guerrilla a la vida política se vieron frustrados por un golpe de Estado paralelo, el de decenas de millares de manifestantes que querían la democracia ya, bajo la presidencia de quien había indudablemente vencido a Marcos en las urnas, Corazón Aquino. Esa victoria compartida en los sufragios, los cuarteles y las calles había forzado a la formación de un Gobierno también compartido entre Aquino, Enrile, Ramos y Laurel, este último. segundo en la candidatura de la nueva presidenta, que, sin embargo, tenía su propio seguimiento político y ambiciones presidenciales a medio plazo. De ahí la pugna constante para resolver esa malformación congénita del poder que los acontecimientos de los últimos días parecen haber aclarado pero no necesariamente en favor de la presidenta reformista.

Los dos próximos meses deberían ser decisivos para el futuro del archipiélago. En febrero de 1987 un referéndum deberá ratificar la nueva Constitución, reafirmar la legitimidad de Corazón Aquino y prolongar su mandato hasta 1992. Ésta llegó a la presidencia sin experiencia y sin partido político propio, tuvo un entusiasta apoyo popular, pero ello no se ha plasmado en una fuerza organizada. Sometida a influencias contradictorias, su capacidad para marcar una orientación o tomar la iniciativa ha sido escasa. Posiblemente la consulta popular sea su última baza para recuperar una parte del terreno perdido; no extrañaría tampoco que, por la misma razón, Ramos hubiera aprovechado la oportunidad para actuar antes de que ese referéndum agigante de nuevo la figura de Aquino. Si del futuro Gabinete de la presidenta desaparece la mayoría de sus íntimos colaboradores cabrá poca duda de que Ramos ha tomado precauciones y de que de la negociación con la guerrilla difícilmente se va a hablar en el futuro. En cierto modo se habría producido entonces un regreso a la posición primitiva de los militares sublevados, aunque con una presidenta de limitado margen de maniobra como principal elemento decorativo.

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