Editorial irrespirable
Le apuesto 20 duros a que no es usted capaz de leer a velocidad normal el párrafo que le pongo. Tiene que leerlo en voz alta, claro. Y sin ahogarse. Si está de buen humor puede hacer la apuesta con algún compañero de Redacción, o bien con varios, en grupo, empezando todos al mismo tiempo. ¿Preparado? Ahí va: "La noticia, difundida la semana pasada, de que tres de los miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor ahora sustituida eran contrarios a la fórmula prevista por el Gobierno para resolver definitivamente el problema de la reincorporación al Ejército de los nueve oficiales condenados hace una década por su vinculación a la UMD no constituye, propiamente hablando, una novedad".
¿Qué?... ¿Ya?
Pues dicho parrafito decimonónico apareció en EL PAÍS en el editorial del día 1 de este mismo mes de noviembre. Cuando terminé de leerlo, yo debía estar morado. ¡Qué susto tan tonto! ¡Un día de fiesta y en mi casa! Hubiera sido una buena ocasión: al día siguiente, Difuntos.
Normalmente leo en silencio, pero al ver tamaña incorrección ortográfica me agarré al periódico, cogí fuerzas, puse erguido el tórax, carraspeé, hinché los pulmones, me recogí mentalmente cual atleta en competición, lo leí y..., menos mal, lo puedo contar. No me asfixié.
Si al español normalito se le conceden hasta 25 palabras seguidas sin puntuación, aquí hay la friolera pulmonar de 51. Un descuido.
Gracias por su atención. Que usted respire bien.
