Mermelada, fajadores natos

Pocas novedades puede presentar ya un concierto de Mermelada, excepto la saludable constatación de su permanencia y escuchar en vivo nuevos temas.El veterano cuarteto madrileño se inspira en el rithm and blues y a partir de él componen sus canciones, que en directo son interpretadas con fuerza y credibilidad. Tienen la seguridad que proporcionan los años pasados juntos y son uno de los grupos españoles más sólidos.

Por su repertorio de aire clásico, sencillez de arreglos e imagen de escena, Mermelada es un grupo intemporal, uno de tantos que han sido, son y serán. Como en el negocio de la música lo que prima es precisamente lo contrario -la temporalidad, la moda, los sonidos a la última y los arreglos en función de las exigencias del mercado consumidor-, las dificultades para seguir adelante son evidentes. Pero, aunque la constancia no sea valor de cambio en el mundo de la música, siempre será necesario que alguien se mantenga en sus trece para que los puntos de referencia no desaparezcan por completo.

En la mayoría de los casos, el pago por esta insistencia resulta decepcionante y el aguante para encajar golpes se convierte en el listón que separa la realidad de los que continúan del limbo de los que no resistieron.

Mermelada ha demostrado que son fajadores natos y, a trancas y barrancas, siguen con su ritmo y blues, olvidándose de otros caminos quizá más productivos. Y esta manera de plantearse la música permite al espectador, entre otras cosas, escuchar las buenas maneras del guitarrista Javier Teixidor, la voz convincente de Juan Camacho, la armónica cada vez mejor tocada por el Moro y una adecuada base rítmica. También acercarse a versiones como el Gloria, de Van Morrison, que incluso pueden resultar estimulantes.