La España de Juan del Enzina y Cristóbal Halffter

La presencia de un compositor / director del prestigio mundial de Cristóbal Halffter en el podio de! la Orquesta Nacional me parece un completo acierto. Más si, como en este caso, nos presenta una de sus últimas obras -Versus-, estrenada en Zúrich el pasado año por la Orquesta de la Tonhalle, bajo la dirección del compositor, con un éxito inusitado, del que fui testigo en mayo de 1985.El público de entonces, como el de ahora, es el característico y vario de los abonos que en la primera de los viernes tiende hacia lo conservador. Sin embargo, en esta ocasión Halffter ha obtenido un gran éxito, mucho más cálido -dicho sea de paso- entre los fríos helvéticos que entre los encendidos hispánicos.

No debía suceder así, sobre todo cuando Versus es partitura inteligible en su totalidad para los no españoles, pues parte de supuestos históricos, culturales y emocionales, tan propios como puedan ser los de Concerto o el Retablo de Falla. Después de escuchar aquí Versus me interesó sobremanera cuanto me decía Lucio Muñoz, para quien el espléndido, desolado, dolorido, tríptico halffteriano está lleno ¡de incitaciones plásticas. Creo que no es deformación profesional de Lucio, sino expresión de una realidad, quizá porque toda nuestra mejor música -y entre ella ha de incluirse Versus- parte de una inspiración en la que el ojo importa tanto como el oído: pensemos en Albéniz, en Falla, en los otros Halffter, en Rodrigo y, más atrás, en el género chico, la polifonía imaginera de Victoria o este Juan del Enzina que apresa en su romance la desesperanza española: "Triste España sin ventura / todos te deben llorar / despoblada de alegría / para nunca en ti tornar". La convulsión de 1898 está ya ahí anticipada y se refleja en la obra de. Cristóbal Halffter inspirada en Del Enzina con una autenticidad, una belleza y una intensidad que el saber del compositor exterioriza en un proceso amplio de máxima expresividad. Junto a los paisajes interiores nos parece contemplar los campos de la yerma España castellana, las perspectivas sin límite, la vibración del aire y la luz, medida por el pulso de un latido que aparece y reaparece en la percusión o que toma referencia de campana distanciada que casi, casi dobla a difuntos.

Estas miradas introspectivas de Halffter en el pasado español -su plástica, sus formas poéticas y musicales, su sensibilidad- están dando espléndidos frutos, el último de los cuales ha sido un Tiento y batalla, sobre Cabanilles y Cabezón, absolutamente arrebatador, que acaba de hacer escuchar en Basilea como homenaje de la orquesta de la ciudad a Paul Sacher, su fundador y gran promotor de la creación musical contemporánea.

Como Halffter es un gran compositor, presente en los medios más exigentes -dentro de unas semanas estrenará con la Filarmónica de Berlín un ciclo de canciones-, suele padecer una gran desconsideración como director. Sin embargo, le hemos escuchado una bellísima versión de la primera sinfonía, de Brahms, planteada con rigor analítico y amor de muchos años. Antes, en el concierto para dos violines en re menor (KWV 1043), lucieron su calidad los concertinos Víctor Martín y Domingo Tomás, recientemente rescatado para España, en donde se formó con Enric Casals.