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La amenaza de recesión mundial centrará las asambleas del FMI y Banco Mundial

Con la Administración de Reagan a la defensiva por los malos resultados de su economía, el grupo de los cinco países más desarrollados (EE UU, RFA, Reino Unido, Francia y Japón) se reúne hoy viernes en Washington con el evidente objetivo de poner fin a la reciente guerra de palabras y acciones que enturbia en los últimos días las siempre difíciles relaciones entre ambas partes del Atlántico. El encuentro, que servirá de preámbulo de las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, tiene un solo punto en su secreta agenda: qué hacer con el dólar y los tipos de interés para que la amenaza de recesión mundial se disipe en el horizonte.

La Administración de Reagan está seriamente preocupada con los datos que las estadísticas oficiales ofrecen sobre la marcha de la economía: en el segundo trimestre, el crecimiento del producto nacional bruto (PNB) apenas fue del 0,6%, levantando serias dudas sobre si alcanzará el objetivo de crecer un mínimo de 2,5% o 3% a final del año. La baja del dólar, casi un 40% frente al yen y al marco alemán en el último año, no ha servido para reducir el déficit exterior, que, situado en 175.000 millones de dólares, puede alcanzar los 200.000 millones a final del ejercicio. El déficit fiscal, pese a las promesas de reducirlo, supera ya los 220.000 millones de dólares.Con el frente de la inflación aparente bajo control (el crecimiento de los precios es el menor desde 1955), la Administración Reagan mantiene que los problemas de su economía tienen su origen en el egoísmo de sus aliados, que no cumplen los acuerdos de cooperación decididos en la cumbre de Tokio. Esta proyección exterior de sus males llevó la semana pasada al secretario del Tesoro, James Baker, a reiterar que tanto Bonn como, Tokio tienen que reducir sus tipos de interés, ayudar a bajar aun más el dólar y estimular sus economías, de forma que una mayor demanda en estos países contribuya a reducir, vía importaciones, el déficit exterior norteamericano. La baja de los tipos en Europa y en Japón provocaría, además de un relanzamiento de sus economías, un giro de corriente inversora hacia Estados Unidos, que así podría financiar mejor su déficit fiscal.

Desde su punto de vista, el análisis de Baker puede ser correcto. Pero ni el ministro de Finanzas alemán, Gerhard Stoltenberg, ni su colega japonés, Kiichi Miyazawa, lo ven así. El germano señala que la economía alemana no necesita ningún estímulo adicional, pues la tasa de crecimiento anda por el 3,3% anual, que ya lo desearían para ellos los norteamericanos. Los japoneses, por su lado, cierran los ojos y, como hicieron en la reunión del GATT de Punta del Este cuando se les pidió que redujeran su agresividad comercial, retornan en su argumentación a su incomprensible idioma.

Política de concertación

Con este panorama, la política de concertación que surgió hace un año en la reunión del hotel Plaza de Nueva York, y que luego fue ratificada en la cumbre de Tokio, va a experimentar una prueba definitiva hoy, viernes, y el sábado, cuando el G-5 se amplíe y reciba en su seno a Italia y Canadá, los dos nuevos invitados al nuevo G-7.Con todo, muchos expertos aventuran la posibilidad de un acuerdo, debido a lo que se encuentra en juego: la posibilidad de una recesión de mayor alcance que la de 1981. La reunión que ayer celebró en Bonn el consejo directivo del Bundesbank con asistencia de su presidente, Karl Otto Poehl, puede ser definitiva para el éxito de la reunión. La reducción del tipo de interés germano abriría las puertas, al menos psicológicamente, para un entendimiento y una disminución de la tensión que, a juicio de muchos expertos, es la causa del nerviosismo que viven los mercados cambiarios. El debate sobre política macroeconómica puede oscurecer este año otro de los temas pendientes en el panorama internacional: la crisis de la deuda externa de muchos países en desarrollo.

Las reuniones de este año tendrán un nuevo invitado, el presidente del Banco Mundial, el norteamericano Barber Connable. El ex congresista estadounidense dice que viene con nuevas ideas y que tiene previsto doblar sus créditos al Tercer Mundo antes de cuatro años, hasta un total de 21.500 millones de dólares.

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