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Reportaje:

Muchos arriba, pocos abajo

El reciente accidente de Los Ángeles pone en entredicho la seguridad del tráfico aéreo en EE UU

Francisco G. Basterra

O sobran aviones o faltan controladores, o las dos cosas a la vez. El accidente de un DC-9 de Aeroméxico, que se desplomó el pasado domingo sobre un suburbio de Los Ángeles, tras chocar con una pequeña avioneta, ha originado una polémica en Estados Unidos sobre la seguridad del tráfico aéreo.

Volar en Estados Unidos no es un lujo, sino una necesidad y un placer. Más de un millón de americanos utiliza el avión todos los días, lo que supone 16.000 vuelos comerciales diarios. A esto hay que añadir los vuelos de las 260.000 avionetas existentes en EE UU, con una de las legislaciones más liberales del mundo en materia de movimientos. Cada catástrofe aumenta la presión para restringir la libertad de vuelo de los pilotos civiles, causantes de la mayoría de las casi colisiones en las proximidades de los grandes aeropuertos."Los aeropuertos son como las terminales de autobuses de los años cincuenta", afirma el director de la agencia que administra la Aviación Civil (FAA), Donald Engen. La congestión del espacio aéreo sobre las principales ciudades es preocupante. Las pantallas de radar de las torres de control de los aeropuertos de Los Ángeles, Nueva York o Chicago están invadidas por enjambres de hormigas verdes. Son los cientos de aviones que unos controladores, insuficientes en número y soportando una tensión excesiva, tratan de mantener separados para evitar colisiones. En los primeros seis meses de este año, el número de casi choques en el aire (cuando dos aviones están a menos de 150 metros de distancia) ha aumentado un 3%. En 1985 hubo 777 incidentes de este tipo (dos al día), y 150 más que el año anterior.

La subida geométrica del tráfico ha coincidido con los efectos aún no superados de una de las decisiones más populares del presidente Ronald Reagan. En 1981 despidió a 11.400 controladores empeñados en continuar una huelga declarada ilegal. El control de tráfico en todo Estados Unidos está funcionando hoy con 2.000 controladores menos que entonces. Para complicar las cosas, en su mayoría son más inexpertos que los despedidos.

Sólo en el área de Nueva York hay 33 aeropuertos, sin contar los, gigantescos Kennedy y La Guardia. Un tercio de todo el tráfico aéreo de Estados Unidos se realiza en el sur de California, el área donde perdieron la vida 91 personas en el accidente del avión mexicano. Hay más de 40.000 avionetas en esta región. A cualquier hora del día, 197 aviones de todos los tipos y tamaños están en el cielo en un radio de 55 millas del aeropuerto internacional de Los Ángeles, que maneja al año 700.000 operaciones de despegue y aterrizaje (más de 80 a la hora). Pero para los expertos y las autoridades federales, el cielo no está congestionado; "lo que está congestionado es el control del tráfico".

La desregulación que sufrió la industria aeronáutica norteamericana a partir de 1978 ha supuesto una multiplicación de las compañías aéreas (78 hace cinco años, y 238 hoy), la utilización más competitiva e intensiva de los aviones, y la disminución de los controles sobre tarifas y recorridos. Se necesitan más pilotos y ya no hay tantos cualificados, y las compañías se ven obligadas a contratar pilotos de escasa experiencia.

El resultado es un aumento de la competencia y un beneficio económico para los usuarios, pero comienza a debatirse si las presiones económicas y la batalla para reducir costes no está disminuyendo la seguridad. "Las presiones económicas han colocado en serio peligro a la seguridad aérea", afirma un ex piloto de la Braniff en un polémico libro titulado Blind trust (Confianza ciega).

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Es continua la aparición y los cierres de líneas aéreas. En las dos últimas semanas han abandonado el negocio Frontier y World Airways, y la poderosa Eastern ha anunciado que despide a 1.500 trabajadores. Este panorama explica un descenso en la calidad del mantenimiento de los aviones.

Ramillete de causas

La Agencia Federal de Aviación investigó el pasado año a 327 compañías, después de una oleada de accidentes en pequeñas líneas de cercanías, con el resultado del cierre temporal de 16. La American Airlines fue multada con un millón y medio de dólares. Casi el 40%. de los accidentes aéreos de los últimos años se produjeron por fallos mecánicos o estructurales, y esta tendencia está aumentando. Una encuesta entre 1.200 pilotos comerciales señala que la desregulación de la industria aeronáutica ha hecho más peligroso el volar. Las autoridades insisten en que la seguridad global no ha disminuido, pero sí el margen de seguridad.Los controladores tienen que manejar 16.000 vuelos diarios y preocuparse de evitar que se pongan en peligro por el tráfico de miles de avionetas pequeñas, que en su mayoría no controlan, pero que utilizan a veces los mismos aeropuertos e idéntico espacio aéreo. Con 35 horas de vuelo, un ciudadano puede ya volar solo, mientras que un piloto comercial tiene de media 2.000 horas de experiencia. Los pilotos de avionetas vuelan a menudo sin radio, y no siempre tienen que presentar previamente su plan de vuelo antes de despegar. El accidente del domingo 31 de agosto se produjo porque una Piper Cherokee entró, sin el instrumental adecuado, en una zona prohibida para una avioneta de este tipo.

Los pilotos comerciales proponen reducir el tráfico de avionetas en los 325 aeropuertos norteamericanos que tienen torre de control y tráfico comercial, a lo que se oponen el Gobierno federal y, sobre todo, la asociación de los propietarios de pequeños aviones. De momento, sólo los nueve aeropuertos más grandes del país tienen un área restringida que no pueden invadir, sin permiso de los controladores, aviones que no tengan una radio de dos canales y un radiofaro de respuesta, un aparato que emite una señal que permite a la torre de control visualizar el avión en sus pantallas de radar.

Algunos de estos aparatos permiten incluso conocer la altitud a la que se encuentra la avioneta.

Hace años que la FAA está trabajando en un sistema electrónico para evitar colisiones que pueda instalarse en la cabina de los aviones comerciales. Motivos económicos -cada aparato costará unos 75.000 dólares- han retrasado su entrada en funcionamiento. El sistema, cuyo primer prototipo está a punto de ser probado en un avión comercial, ofrecerá a los pilotos, junto al aviso de la colisión, rutas de escape horizontales y verticales para evitarla. En la actualidad, sólo los centros de vuelo y las torres de control cuentan con un sistema de alerta inmediata que advierte a los controladores de una colisión inminente.

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