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Reportaje:

El balneario de los 'negros'

Los canales que unen el Mar Menor con las salinas de San Pedro son utilizados para baños terapéuticos

A primera vista podría parecer el río Ganges, pero se trata de los canales que conducen el agua del Mar Menor hasta las balsas de calentamiento y evaporación de las salinas de San Pedro del Pinatar, en Murcia. Cada año, desde la primavera y hasta el mes de octubre, miles de personas peregrinan hasta allí para tomar baños de lodo con los que aliviar sus dolencias. Algunas de ellas se autodenominan el "ejército de los negros", color que adoptan al embadurnarse de barro. La media de edad de la tropa ronda los 50 años, y luchan contra el reumatismo, la artrosis y la sinusitis, entre otros muchos enemigos.

En el Mar Menor, una laguna de agua salada de 172 kilómetros cuadrados de extensión, debido a la poca profundidad y al clima cálido de Murcia, el fenómeno de la evaporación facilita que se condensen de forma extraordinaria las sales minerales, en especial nitratos y fosfatos. Estas características le otorgan unos poderes curativos para las enfermedades de tipo circulatorio, reumático y metabólico. Junto a las salinas, el contenido de sales, que ya de por sí es alto en el Mar Menor -alrededor de 50 gramos por litro de agua, frente a los 35 del Mediterráneo-, aumenta; las aguas son más densas y calientes, y los barros, abundantes en sustancias orgánicas. Esto ha hecho de las charcas de las salinas un pequeño Lourdes donde todos los años se produce algún milagro. Los terrenos son propiedad de la empresa Salinera Española, SA, que permite el uso de forma gratuita.El ritual de los baños comienza muy temprano, "porque hay que aprovechar los pocos días que podemos pasar aquí", afirma Virginia, una gallega afincada en Madrid que lleva ya ocho años acudiendo al Mar Menor. Mantiene que la Seguridad Social tendría que hacerse cargo de la estancia, "ya que al fin y al cabo es un tratamiento, y seguro que se ahorraría mucho en medicinas y en bajas laborales". El barro se extiende por las partes doloridas y hay que dejarlo secar. Hasta que pasa un rato el lodo desprende malos olores, "pero uno se traga el asco porque por la salud hay que hacerlo todo", dice otro soldado negro.

Esta tradición tan popular como antigua no es sólo propia de los humanos. Los flamencos que viajan desde el norte de Europa pasan varios días con sus patas hundidas en el barro del coto de las salinas para aclimatarse a los calores que les esperan en África. Los baños de lodo han convertido la zona en lugar de peregrinación de gentes de España y fuera del país, que al contrario que los flamencos buscan el calor para poder pasar un invierno en condiciones.

Piscina de agua salada

Todos cuentan casos de mejoría e incluso de curación. Juan, manchego, que se embadurna de barro para que su esposa se anime a hacerlo, narra la historia de un cliente suyo que a punto estuvo de cerrar el negocio por una enfermedad y que tras su paso por el Mar Menor se ha sentido con fuerzas hasta para ampliarlo. "Llegó aquí imposibilitado, había que ayudarle a comer, a vestirse, y ahora anda por ahí como si nada", dice Juan. Otros hablan de una señora que vino en silla de ruedas y se marchó sin ella. Tan bien le fue que ahora vive en la Costa Cálida.El doctor Julio López Ambit, vicepresidente de la Sociedad Levantina de Geriatría, lleva varios años estudiando los baños de lodo. Llegó incluso a pasarse toda una temporada, día tras día, comprobando los resultados en su propio cuerpo. Afirma que, por sí solo, el Mar Menor es ya una gran fuente termal a cielo abierto; la mayor piscina de agua salada del mundo, dijo Esther Williams cuando la vio". "En las charcas de las salinas, las aguas tomadas directamente del Mar Menor son mucho más densas y calientes, y los barros, abundantes en sustancias orgánicas y sales. Su color oscuro absorbe los rayos solares como si fuera un filtro, lo que produce una vasodilatación que facilita la absorción de minerales", dice el médico.

Para Julio López Ambit, otro factor que les hace sentir una mejoría es que se hace ejercicio. Muchas de las personas que acuden tienen un cierto grado de invalidez, por lo que el resto del año ni se mueven. Además, los baños de lodo crean un lugar de reunión en donde las amistades se hacen pronto. Según el doctor, "éste es un factor psicológico que también contribuye a su pronta mejoría".

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