Torrente recuerda Bergamín
Le agradeceré la publicación de esta carta en la sección correspondiente del diario que dirige, con motivo del aniversario del fallecimiento del escritor español José Bergamín ocurrido el día 28 de agosto de 1983.Mala cosa es el olvido, peor cuando su objeto es lo que merece estar siempre en el recuerdo. Del ciudadano José Bergamín se habla todavía alguna vez sin más propósito que el meramente anecdótico. Pero el escritor del mismo nombre, que es la misma persona, parece haber ingresado en ese purgatoro con que la in.diferencia nacional castiga a sus hombres ilustres, por el hecho de serio, y en el que se eternizan si un azar o una buena voluntad no los redime.
No se me oculta que esta carta no bastará para que las prosas y los versos de José Bergamín vuelvan a la actualidad, pero no está de más traer a la memoria del público la noticia de su existencia y de que esperan, en el silencio una nueva atención y una nueva estimación.
José Bergamín fue un gran escritor en un momento de grandes escritores de cuyos nombres y compañía no desmerece, con los que forma un conjunto de asombrosa calidad, de difícilmente explicable coherencia, de parejo valor para la cultura nacional. Su talante personal, la originalidad de su posura, lo distinguen, sin embargo, dentro del grupo; le confieren en él un puesto singular. Su poesía, alejada de las vanguardias, insistió en temas trascendentes y religiosos: su prosa crítica investigó las realidades y los valores del pasado, del que alcanzó un conocimiento excepcional y al que aplicó juicios singulares, debidos a la originalidad de sus puntos de vista. La actualidad de su tiempo mereció asimismo su consideración, unas veces de manera explicativa, otras crítica, y no pocas irónica. Ante la contemporaneidad española en la que fue activo partícipe, se mostró partidario: republicano en política "hasta la muerte", fue gallista en tauromaquia y dilucidador del arte de Gallito frente al de Juan Belmonte. Lo que llamó el arte de birlibirloque quedó, en virtud de su palabra, levantado de la mera anécdota a la cultura. Un similar estilo, rico en paradojas y riesgos dialécticos, de los que siempre salió airoso, aplicó también a la política.
Su modo intelectual de proceder queda definido con un título de Gracián: Agudeza y arte de ingenio. A sus colecciones de aforismos se les puede aplicar la definición que un crítico francés dio de un libro de otro aforista: un puñado de diamantes. Los contenidos en El cohete y la estrella, y en otros libros similares, son verdaderamente deslumbrantes.
Poca gente como él, entendido en literatura, no como objeto de frío estudio científico, sino en sus conexiones con la historia, con la cultura y con la vida; es decir, como lo que en realidad es. A este respecto pocos como él conocieron y reconocieron la española de todos los tiempos, y ahí están sus libros de ensayos. Su patriotismo acendrado tanto como apasionado le llevó a descubrir en la literatura y en la poesía las realidades que otros, menos apasionados, no habían sabido descubrir. Hablamos de pasión intelectual, no solamente cordial.
Fue, finalmente, un hombre que cubrió en su tiempo un puesto hasta él vacante y que era urgente llenar. La revista Cruz y Raya, por él fundada y dirigida, mostró a los católicos españoles más rutinarios y recalcitrantes en la rutina y en la pereza espiritual que había oltros modos ortodoxos de entendr la fe y la religión entera y que, pese a reticencias y retrocesos ocasionales, en ella estaba el porvenir.
Gracias a Cruz y Raya no faltaron voces españolas en el despertar cultural del catolicismo acontecido en el período de entreguerras. También a este respecto el nombre de Bergamín merece recordarse.
No quiero referirme a las circunstancias de su muerte, a propósito de la cual se cometieron ciertos errores irreparables. El tiempo que ha pasado y lo ya irremediable aconsejan el olvido, del cual seríajusto, y es lo que intento con esta carta, rescatar el nombre de José Bergamín, poeta y prosista de elevadísimas calidades, hombre singular y paradójico, peregrino político, amigo nuestro.-
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