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Tribuna
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El monolito

Hace siglos, cuando mandaba Franco -¿recuerdan?-, éramos más dados a la metafísica. Acuérdense, por ejemplo, de cómo nos lo asábamos con el. monolito.Íbamos al cine a ver 2001, una odisea del espacio, de Clarke-Kubrick, y especulábamos con el monolito que aparecía tantas veces en la película. "Significa la presencia de Dios", aseveraba alguno sin especial imaginación. "'No, hombre, se trata de un mero transmisor espacial", decían los versados en ficción científica. "Con el monolito, Stanley Kubrick quiere representar los saltos cualitativos de la historia de la humanidad según el materialismo dialéctico", doctoraba con un gesto de hastío el marxista-leninista.

Ahora, en cambio, sufrimos una invasión de monolitos y ni siquiera merece una gacetilla en los periódicos. No sé si se han fijado, pero las carreteras nacionales están plagadas de unos monolitos rojos, estratégicamente distribuidos cada 10 kilómetros, en los que pueden leerse las siglas MOPU.

Nadie se explica muy bien la utilidad de tamaños objetos, como no sea dotar de un punto de observación y merecido reposo a las urracas que pueblan las cunetas de nuestra red vial. Pero, como la Puerta de Alcalá, ahí están, ahí están.

Sin embargo, tienen un cierto encanto. Doce kilómetros a 30 por hora detrás de un camión cargado de arena, al que no se puede adelantar sin jugarse la vida., y ahí está el monolito. Un bache traicionero que hace crujir la carrocería y blasfemar al conductor, y ahí está. Ese peralte al revés -algún malvado lo describe como el peralte Cosculluela- que se empeña en que nos salgamos de la carretera, y ahí está el monolito señalándonos a los culpables de nuestras penas. Y, por último, tras ocho horas al volante, la señora de uno que ve el monolito y nos anima: "Todavía te quedan 90 para llegar a Vigo".

Debe tratarse de una campaña de imagen. De imagen negativa, por supuesto. En vez de esconderse en la sima más profunda durante los meses de verano, cuando las carreteras se llenan de coches y de muertos, los chicos del MOPU nos hacen un desplante torero y nos recuerdan con sus monolitos que ellos son los responsables.

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