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El Steaua también cae goleado en el Bernabéu

El nuevo Madrid de Leo Beenhaker se presentó ayer ante su afición exhibiendo las virtudes que dejó el de Luis Molowny: el impresionante poder ofensivo de sus individualidades. A falta de corregir ciertas confusiones que se dejaron ver en el bloque madridista como tal, pese al meritorio 4-0 sobre el actual campeón (le la Copa de Europa -que enlaza con sus goleadas en las (los últimas ediciones de la Copa de la UEFA, en las que se adjudicó el título-, las ráfagas de inspiración de Butragueño, Michel o Hugo Sánchez volvieron a marcar las diferencias. Así, el Steaua, sin Ducadam, también cayó goleado en el Bernabéu.El triunfo del Madrid va a avivar la polémica entre quienes defienden la teoría de que un entrenador puede hacer bueno o malo a un equipo según sus decisiones tácticas y aquéllos que sostienen que es una gran plantilla la que eleva a la categoría de genio de la estrategia al hombre del banquillo o le hunde en el paro. Los éxitos de Molowny, su perfecta aplicación psicológica del dejar hacer a sus jugadores, ya han marcado de alguna forma la actual pretemporada madridista de Beenhaker.

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El holandés ha intentado, por lo visto ayer sin éxito, incluir a un jugador de corte defensivo en la media. Beenhaker optó anoche por un centro del campo al estilo Molowny: Michel-Martín Vázquez-Juanito, con el apoyo logístico de Valdano. Y sembró la duda: ¿claudicación sin condiciones en el vestuario o simple capitulación inteligente y sólo para los partidos de casa?

Sí constituyó novedad la posición de Martín Vázquez, al que aún no se le ha sabido explotar en el Madrid y en el que Beenhaker cree ciegamente, hasta el punto de confiarle la dirección del equipo cuando en ensayos anteriores le había probado como teórico interior de enlace por la izquierda. Martín Vázquez se mostró sereno, inteligente y preciso en sus lanzamientos, aunque también dejó la duda de si está capacitado para mantener el ritmo y el carisma de líder que requiere el puesto.

El Madrid tardó en asentarse por la libertad de acción de Boloni, el cuarto hombre en la media rumana, al que se vio obligado a coger Martín Vázquez cuando Beenhaker ordenó adelantarse a Chendo para que cerrara el paso a Majearu. El Steaua combinaba mejor y el Madrid se veía algo confuso cuando, de repente, apareció la chispa de Butragueño y la calidad de Michel, que se combinaron para desequilibrar el partido. Eso sirvió para serenar al equipo de Beenhaker, aunque aún tardó en destrozar a su rival con otras tres ráfagas de inspiración.

Hubo algunas cosas positivas. En el segundo tiempo Beenhaker modificó por completo su línea media salvo en la confianza que mantuvo en Martín Vázquez como cerebro. Sacó a Pardeza y le situó como teórico interior derecho y cambió de banda a Michel y cortó así la tendencia del sustituido y voluntarioso Juanito a irse hacia el centro, con lo que se demostró que Michel igual sirve para un roto que para un descosido y que se ha convertido en uno de los jugadores mas completos. También gustó Buyo, valiente y espectacular en un vuelo a remate de Boloni.

Pero, confusionismo aparte en determinados momentos, la defesa tampoco dejó sensación de seguridad por el centro. Mino se mostró duro y Gallego apenas ayudó a la construcción del juego lo que confirma cierto temor a dejar huecos, aunque al Steaua le cuesta mucho llegar al área.

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