Franquistas y socialistas
Al contemplar el chiste de Romeu publicado en EL PAÍS de hoy (16 de agosto de 1986), no sé qué pensar. Si la intención del autor es la de criticar chistosamente la anterior actuación en materia de concesión de estancos, malo. Si es la de pretender absolver a los actuales responsables de dichas adjudicaciones, peor.Estos cambios de tercio suelen tener consecuencias más importantes de las que a primera vista parecen. En efecto, los estanqueros y los loteros no dejan de ser, en cierto modo, agentes ejecutivos del Estado. Y el Estado es algo muy serio como para hacer a su costa chistes gratuitos. Lo que hace falta no son chascarrillos, sino una seria actitud ante la gravedad del tema.
Para terminar, el señor Romeu debiera someter su inspiración a una cura de antecedentes. Después de los propósitos de concordia, repetidamente manifestados por los españoles, con motivo del 50º aniversario de la malhadada guerra civil, enfocar los actuales problemas desde la óptica del peor lo hicieron ellos no conducirá a demostrar, en absoluto, la necesaria claridad de actuación de los responsables de este desdichado affaire.-.