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VERANO 86

El hotel María Cristina quiere devolver a San Sebastián el esplendor de antaño

Aurora Intxausti

El hotel María Cristina de San Sebastián abrió sus puertas en la noche del jueves a "una nueva etapa y un nuevo modelo de ciudad soñado desde hace tiempo". Este es el mensaje que transmitió el alcalde de la ciudad, Ramón Labayen, convencido de que esta oferta hotelera puede atraer a la capital guipuzcoana a un turismo de lujo que paseó por sus calles en una época de esplendor olvidado. A la presentación en sociedad, asistieron cerca de 600 invitados, hombres y mujeres de la cultura, política, economía y espectáculo.

El alcalde de la ciudad cortó la cinta con los colores de la ikurriña que había sido colocada en la entrada principal del hotel, frente a las es caleras que dan acceso a las habitaciones, mientras en el exterior un grupo de personas profería gritos contra la policía, cruzaba coches en la calle y lanzaba piedras contra las cristaleras del hotel y la banda de música del Conservatorio Municipal de San Sebastián tocaba una de las piezas de su repertorio.Los invitados, entre copa y copa, paseaban por los salones y entre los comentarios, admirativos en su mayoría, que se podían escuchar destacaba el calificativo de elegante. Paredes, alfombras, columnas, colores, todo era comentado, incluso los muchos detalles que aún quedaban por terminar, ya que más de un cable eléctrico sobresalía en las altas paredes sostenidas por columnas de gran altura, recubiertas con una perfecta imitación a mármol.

El más atento a los comentarios era el arquitecto encargado de la reforma del hotel, José Miguel Martín, que reflejaba satisfacción en su rostro, una vez pasado el primer examen por parte de los asistentes. Los salones de la primera planta mostrados a¡ público continúan iluminados con algunas de las magníficas arañas de cristal y bronce compradas en 1912 en una fábrica de Baviera. Las lámparas son algunos de los elementos que quedan del hotel, inaugurado un 9 de julio de principios de siglo por la reina María Cristina, que asistió al acto oficial en un coche descubierto que partió del palacio de Miramar.

La entrada principal de este hotel de cinco estrellas no es la misma que había tenido hasta ahora. La recepción a los clientes ha sido trasladada a la calle de Oquendo, una zona más espaciosa y rodeada de jardines. Cuando el visitante asciende por las recién pulidas escaleras de piedra y cruza las puertas de cristal se encuentra frente a él un retrato de la reina María Cristina que preside la estancia, en cuyo honor se puso nombre al hotel que había de convertirse en la expresión más lograda del lujo y esplendor del verano donostiarra.

El color del pasado

Las habitaciones, qué se abrirán por primera vez al público con toda probabilidad en septiembre coincidiendo con el festival de cine -éste es al menos el deseo que tiene el alcalde-, no desmerecen en absoluto con la planta baja anteriormente descrita. Grandes y espaciosas, con el mismo mobiliario que tenían, transmiten la sensación de elegancia que había perdido el hotel. Los colores de las paredes son de tonos pálidos, así como las colchas y cortinas, combinados perfectamente con el tapizado de las sillas y butacas. Las paredes de los cuartos de baño están recubiertas de mármol.Esta nueva etapa del hotel María Cristina dio sus primeros pasos hace cinco años, cuando el alcalde de la corporación anterior, Jesús María Alkain, inició los trámites para la compra de las acciones.

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En junio del pasado año se estampó la firma para la explotación del hotel entre el alcalde de la ciudad, Ramón Labayen, y el presidente de la cadena CIGA, el príncipe Amin agá Jan, cuya presencia era esperada por muchos de los asistentes a la recepción.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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