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Las elecciones que se iniciaron ayer en Malaisia pueden plantear dificultades al primer ministro Mohamad

Las elecciones generales y regionales que se iniciaron ayer en Malasia -duran dos días- deberán confirmar si los malayos confían todavía en el Gobierno dirigido por el actual primer ministro, Mahathir Mohamad, el líder de la coalición, tradicionalmente en el poder, que agrupa a 13 partidos políticos en el Frente Nacional. Este movimiento sólo perdió en una ocasión su preponderante mayoría de dos tercios en la Cámara de Representantes a lo largo de las seis elecciones celebradas desde la independencia de Malaisia, en 1957, tras la colonización británica.

La coalición del Frente Nacional acude una vez más a la elección como el partido favorito, aunque la popularidad de Mahathir decreció durante los últimos meses debido a las tensiones políticas surgidas entre las comunidades de este país de composición multirracial, a las diferencias en el interior de la coalición en el poder y a los escándalos financieros que implican a organismos oficiales.Las elecciones llegan casi con un año de anticipación -la actual legislatura no acababa hasta junio del próximo año-, y fueron adelantadas por el primer ministro, Mahathir, para intentar mantener su mayoría de dos tercios en el Dewan Raykat (Cámara de Representantes) donde el Frente Nacional cuenta con 132 del total de 154 escaños.

Fundamentalistas islámicos

Aunque las previsiones anticipan la victoria del Frente Nacional, el doctor Mahathir debe afrontar diferencias dentro de su propia coalición. En la oposición, el primer ministro encuentra resistencia en el Partido de Acción Demócratica (PAD), partido de centro-izquierda esencialmente integrado por miembros de la minoría china -35% de la población nacional, en la que los malayos son mayoría con el 50%-, y del Partido Islámico Malayo (PAS), de los musulmanes fundamentalistas que reclaman la creación de un Estado islámico para Malaisia, país con un 53% de población de religión islámica.El PAS encuentra cada vez mayor adhesión entre la población rural -base tradicional del voto para el Frente Nacional-, y los roces entre el Gobierno y los fundamentalistas islámicos son frecuentes. Especial virulencia alcanzaron los ocurridos el pasado mes de noviembre, tras la detención de uno de los principales líderes islámicos, Ibrahim Mahmood, que originó violentos disturbios entre la población y la policía en el Estado de Kedah, al norte del país, con un balance final de 18 muertos.

Estos sucesos mermaron la popularidad del primer ministro y del Frente Nacional entre los musulmanes. Los disturbios aumentaron a su vez el prestigio del Partido de los Musulmanes Fundamentalistas y originaron críticas contra Mahathir, calificado por muchos de líder antiislámico.

Un escándalo financiero, que causó unas pérdidas cifradas en 1.000 millones de dólares, que salpicó a funcionarios del banco gubernamental Bumiputra Malaysia Lumpur, y que llevó consigo el colapso en las cotizaciones bursátiles en Kuala Lumpur (capital de Malaisia) y Singapur, fue otro de los asuntos que perjudicó la imagen política del primer ministro, Mahathir, un líder que basó su programa político de gobierno, a su llegada al poder en 1981, en montar una Administración "limpia, eficaz y creíble".

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Pero la mayor adversidad política para Mahathir llegó con la dimisión, el pasado mes de febrero, del viceprimer ministro, Datuk Musa Hitarri, después de haber formado durante casi cuatro años un tándem político Mahathir-Musa, basado en la eficacia y en viejos lazos de amistad. El viceprimer ministro denunció en diversas ocasiones la existencia de dinero político, dejando entrever la canalización de fondos públicos para la salvación de ciertas empresas privadas.

Datuk Musa Hitam ha trabajado dentro de la coalición mayoritaria del Frente Popular en la actual campaña política. Sin embargo no ha dejado de marcar sus diferencias con el primer ministro, lo que ha permitido a Datuk Musa Hitam aumentar su fama de político honesto con sentido de la justicia.

Es probable que si en la elección de hoy en Malaisia, donde nadie duda de la victoria de la coalición de 13 partidos del Frente Unido, el primer ministro no logra conservar la mayoría de dos tercios, surja como nuevo líder Datuk Musa Hitam.

El primer ministro, Mahathir, cuenta con una fama de líder firme, disciplinado y supertrabajador, con unos esquemas mentales para el futuro de Malaisia al estilo de los logrados en el milagro económico de Japón o de Corea del Sur. Sus adversarios políticos alegan, no obstante, que es un hombre excesivamente altivo y que sus promesas de un futuro brillante para Malaisia no han sido transformadas en realidades.

Malaisia, país del sureste asiático con sólo 16 millones de habitantes, cuenta con un potencial de grandes recursos económicos nacionales, sobre todo en cinc, petróleo, madera, caucho y aceite de palma. Tiene un sistema político de asambleas locales en los 15 Estados regionales (11 de los cuales celebraron ayer elecciones locales) y hay 6,9 millones de personas en el censo electoral de este país, caracterizado por su relativa estabilidad política y su potencial de desarrollo económico.

A la consulta general electoral que se inició ayer hoy acuden 36 partidos, la mayoría en coaliciones, con la excepción del ilegal Partido Comunista Malayo, que mantiene una reducida actividad guerrillera, principalmente en la zona de la jungla, al norte del país, en la región fronteriza con Tailandia.

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