Betty Berry,
de 78 años, y Warren Gilson, de 81, que viven en la misma residencia de ancianos de Dallas (EE UU), iban a casarse el lunes pasado, pero el día anterior cancelaron la boda de mutuo acuerdo. La decisión la discutieron a fondo y encontraron razones poderosas: los dos estaban de acuerdo en que disfrutaban tanto saliendo juntos como novios, que no valía la pena cambiar una relación tan amorosa y estable por una aventura de consecuencias imprevisibles como el matrimonio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.