Desacuerdo general en el Reino Unido ante el 'informe Peacock' sobre la televisión
La publicación, la pasada semana, de un informe de expertos sobre el futuro de la radio y la televisión en el Reino Unido, en el que, entre otras propuestas radicales, se pronuncian en contra de la introducción de la publicidad en la BBC, ha tenido la virtud de no gustar a nadie, empezando por el Gobierno conservador que lo encargó.
Como escribió el respetado semanario The Economist, el informe Peacock, que toma su nombre del profesor Alan Peacock, presidente de la comisión responsable de su redacción, ha tenido el mérito de "molestar a casi todo el mundo, desde la derecha libremercadista a la izquierda anticomercial".El informe fue encargado en marzo del pasado año por el entonces secretario del Interior, Leon Brittan, a insitancias de la primera ministra, Margaret Thatcher, en un intento de conseguir un apoyo técnico responsable para sus intentos de eliminar el impopular impuesto de televisión por medio de la introducción de anuncios en las dos cadenas de la corporación del Estado, British Broadcasting Corporation (BBC).
Pero el tiro le salió al Gobierno por la culata. El informe Peacock no sólo no recomienda los anuncios para la BBC, sino que propone la congelación de las actuales tarifas anuales para los televisores de color (58 libras, o 12.000 pesetas) y la aplicación a partir de entonces de una indexación o aumentos ligados al incremento del coste de la vida en lugar de una subida indiscriminada.
Igualmente, propone para el futuro un sistema revolucionario que consiste en que los telespectadores paguen sólo por lo que consuman -lo que el informe llama pay-as-your-view-, en lugar de pagar una cantildad fija anual. En una palabra, se trata de que el futuro de la radio y la televisíón se decida no por los Gobiernos, sino de acuerdo con el progreso tecnológico.
Entre las propuestas más destacadas que propone la comisión Peacock se encuentra la introducción de un impuesto anual de un mínimo de 2.200 pesetas para las radios de los coches, la privatización de la radio 1 y radio 2 de la BBC y la venta del tiempo libre existente en la actualidad entre el cierre y la apertura tanto en las cadenas de la BBC como en las privadas de la Independent Television (ITV).
La reacción del Gobierno y la oposición no se ha hecho esperar y, curiosamente, son coincidentes. El secretario del Interior, Douglas Hurd, ha manifestado que las reformas tendrán que esperar hasta después de las próximas elecciones generales.
Su opositor laborista, Gerald Kaufman, ha rechazado de plano el informe en su totalidad y ha dado a entender que un futuro Gobierno laborista no pondría en vigor casi ninguna de sus recomendaciones.
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