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El Consejo de Caza regional proyecta agravar las sanciones contra los furtivos

El Consejo de Caza de la Comunidad de Madrid, creado por acuerdo del Consejo del Gobierno regional el pasado 19 de junio, acometerá el estudio y aprobación de nuevas sanciones que agraven la penalización de la práctica de la caza furtiva, un fenómeno que ha sido reiteradamente denunciado por los propios cazadores y las entidades ecologistas. Fuentes de la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Comunidad declararon que en 1985 se registraron 3.000 denuncias de caza furtiva, casi 10 diarias, y el número real es, lógicamente, superior. En Madrid hay concedidas 90.623 licencias de caza, lo que señala la afición de los madrileños por este deporte.

Bastante más de la mitad del territorio regional está acotado como lugares reservados a la práctica de la caza, en sus diversas modalidades. En Madrid existen 18 cotos de caza mayor, 7451 cotos de caza menor y dos cotos de caza acuática, que totalizan 555.676 hectáreas de terreno."Si a eso añadimos los terrenos ocupados por los propios cascos urbanos de las localidades, de la región, el espacio ocupado por carreteras, embalses y otros servicios públicos, que lógicamente no se pueden contabilizar, la proporción de terrenos acotados, respecto al total de 800.000 hectáreas de la región, es muy alta", añade José Luis Ayala, jefe de la sección de Caza y Pesca de la consejería citada.

El nuevo Consejo de Caza recoge, ampliadas y actualizadas, las competencias del anterior consejo, en el que estaban representados organismos hoy inexistentes o cuyas funciones han variado sustancialmente, sobre todo al ser transferidos a la Comunidad. Por primera vez, las entidades ecologistas, a través de la también recién constituida Mesa de la Naturaleza, estarán presentes en el consejo, lo que debatir con mayor rigor cuestiones en las que ecologistas y cazadores mantienen posturas enfrentadas.

Uno de los trabajos que el consejo tendrá que acometer será la actualización de la ley y reglamento de Caza, que datan de 1970 y 1971, respectivamente, y que regulan con demasiada bondad, según los expertos, el fenómeno de los cazadores furtivos. Según el reglamento de 1971, una falta grave, y se entiende como tal el introducirse sin permiso en una reserva natural, está penalizada con multas de entre 3.500 a 5.000 pesetas. Las faltas más leves se penalizan con multas de entre 250 a 2.000 pesetas. Si el cazador furtivo sorprendido ha matado, algún animal, debe pagar también una indemnización, que, dice José Luis Ayala, es a menudo inferior a lo que tendría que pagar por el permiso para intentar su caza.

La amenaza de los furtivos

El fenómeno de los furtivos es algo que preocupa seriamente a los propios cazadores, ecologistas y autoridades regionales. Personas conocedoras del tema los definen como verdaderas alimañas que no tienen ningún respeto por la naturaleza ni las reglas de juego de la caza -cuyo cumplimiento distingue a los verdaderos cazadores-, "que matan 10 piezas para llevarse una, o que disparan a través de cercados y matan animales que luego ni pueden recoger, sólo por el placer de matar". En enero de este año, la Coordinadora Madrileña de Defensa de la Naturaleza denunció la matanza de varios tejones, zorros, aves rapaces y otros animales, cuyos cadáveres fueron hallados colgados de una cerca.Las denuncias, presentadas principalmente por la Guardia Civil y en menor medida por guardas forestales, ascendieron el año pasado a unas 3.000, y es muy probable que el número de acciones furtivas, protagonizadas en ocasiones por las mismas personas, reincidentes, sea muy superior, puesto que no es creíble que todos los furtivos sean sorprendidos.

Madrid, aseguran los responsables del departamento, es una provincia rica en caza. En caza mayor existe la posibilidad de salir a la caza del corzo, que prolifera por toda la sierra del Guadarrama; del ciervo, reducido a los cotos de caza mayor del oeste de la provincia, localizados en Aldea del Fresno y Villa del Prado, los más importantes, y del jabalí, que aparece en cualquier paraje monta floso de difícil acceso. El muflón sólo existe en algunos cotos en los que se ha introducido por los propios cazadores, y el gamo está protegido y prácticamente confinado en la reserva del monte de El Pardo.

En caza menor las posibilidades se disparan. Conejos -este año está permitida la caza de conejos enfermos de mixomatosis pero no su venta-, perdices, codornices, tórtolas, liebres e incluso ardillas, aunque este animal sólo en las zonas en las que abunda el pino piñonero y precisamente para impedir que las ar dillas acaben con la producción de piñones. La caza de rapaces está absolutamente prohibida en todo el territorio regional. Otra de las modalidades más esperadas por los cazadores es la de las palomas migratorias, entre finales de septiembre y noviembre. Existen en Madrid cinco pasos tradicionales de palomas migratorias, y los cazadores esperan, pacientemente su paso, a veces, sin suerte, para darles caza. Todas las modalidades de caza están sujetas a unos cupos limitados de ejemplares, que se adjudican por sorteo entre los miles de aficionados.

La cuestión de la caza y pesca es una de los que exigen una colaboración estrecha entre las distintas comunidades autónomas, tanto en lo que se refiere a la protección de especies como en la fijación de temporadas de veda y otros aspectos.

La descoordinación, afirmaron- fuentes de la consejería, sólo provoca males, como que los cazadores de Guadalajara, si la veda se levanta antes en Madrid, se desplacen en masa a esta segunda región con los consiguientes trastornos para todos.

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