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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

China mira a Europa

EL GOBIERNO de Pekín está mostrando en los últimos tiempos un interés manifiesto por intensificar y mejorar sus relaciones con Europa. El viaje del secretario general del Partido Comunista chino, Hu Yaobang, con escalas en el Reino Unido, República Federal de Alemania, Francia e Italia, fue precedido de una visita del ministro de Relaciones Exteriores a nueve países europeos y el mes próximo será el primer ministro, Zhao Ziyang, quien recorrerá Grecia, España, Yugoslavia y Rumanía. Por una serie de razones, unas de política interior, otras de orden diplomático, la estancia en diversas capitales europeas del secretario general del partido, considerado -después de Deng Xiaoping- como la segunda personalidad de China, ha tenido un significado de particular importancia. Antes de su salida declaró en Pekín que él no entendía de economía y que hablaría sobre todo de política y de cultura. No conviene, sin embargo, tomar muy a la letra estas palabras. Hu ha viajado con una amplia delegación de importantes personalidades del Gobierno y de especialistas diversos y el aspecto económico ha sido esencial en el viaje, sobre todo en la escala de Bonn. China otorga una prioridad absoluta a su modernización a través de una reforma económica, que choca con serias resistencias en sectores conservadores del partido. Para llevar a cabo esa reforma tiene una necesidad absoluta de importar tecnología y de ampliar su intercambios. Hasta ahora, además de acrecentar sus relaciones con la URSS, ha promovido una decidida apertura económica hacia Japón y EE UU. Pero la RFA ocupa ya el cuarto lugar en sus intercambios con el exterior, tras EE UU, Japón y Hong Kong, y China está resuelta a ampliar considerablemente sus intercambios con Europa. Preparar ese desarrollo ha sido uno de los objetivos de las visitas realizadas por el secretario general.Los aspectos políticos del viaje son tanto o más importantes. Por un lado, el nuevo curso de la política china se asocia en Occidente de un modo muy directo a la personalidad de Deng Xiaciping, pero éste tiene 82 años. Ello suscita dudas sobre el futuro. ¿Continuará la línea de Deng o habrá una vuelta atrás? Un objetivo de Hu, con su delegación bien escogida, era presentar en los círculos europeos a los hombres que aseguran la continuidad de la política de Deng y que corresponden a una generación notablemente más joven. El importante papel jugado durante el viaje por Li-Peng, considerado como futuro primer ministro, ha sido significativo en este orden.

La otra dimensión se refiere a los grandes problemas de la política mundial, que los dirigentes chinos quieren discutir con los Gobiernos de Europa occidental. Las relaciones con Japón y EE UU tienen para Pekín una importancia primordial. Pero son países con los cuales tiene conflictos pendientes, como el de Taiwan, que resurgen con cierta agudeza. Con la URSS, los problemas son graves y Hu ha declarado de un modo tajante que, así como las perspectivas comerciales son buenas, en el terreno político no ve ni acuerdo posible ni progreso sustancial. En cambio, China no tiene ningún contencioso con Europa, ni siquiera con el Reino Unido, una vez pactado el retorno de Hong Kong. Las conversaciones sobre seguridad y desarme han puesto de relieve también un creciente interés de China por encontrar puntos de acuerdo con la Comunidad Europea. China y Europa comparten una preocupación ante ciertos comportamientos, de EE UU y la URSS, que pueden agravar la carrera de armamentos y agudizar los conflictos regionales en los que las dos superpotencias están implicadas. De modo que, pese a su política de solidaridad con el Tercer Mundo, los dirigentes chinos mostraron una gran habilidad para no criticar la política de disuasión nuclear de Francia, incluso en lo referente a las pruebas en el Pacífico.

En las capitales europeas visitadas, la personalidad de Hu ha dejado una impresión positiva. Cuando ciertos círculos norteamericanos, sobre todo de California, aceptan con facilidad la idea de que Europa está en decadencia y que está surgiendo una nueva estructura de las relaciones mundiales que tiene su pivote en el Pacífico, no deja de ser sintomático que China no parezca compartir estas tendencias. Y que, en su concepción de la actual etapa de la política mundial, otorgue a Europa un lugar esencial.

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