Un pulso sindical y político
Las constantes huelgas de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Valencia, más allá de la firma de un convenio y de la racionalización de la compañía, suponen un duro pulso sindical y político entre las distintas corrientes de las centrales mayoritarias representadas en el comité.Compuesto en un principio por 10 representantes de Comisiones Obreras (CC OO), 7 de la Unión General de Trabajadores (UGT), cinco independientes y uno de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), el comité acoge a unos sindicalistas que no responden a las directrices de sus respectivas centrales. El propio presidente, Marcelo Ramos, es militante del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) y fue expulsado hace unos meses de CC OO por discrepancias con la dirección.
Apenas tres delegados de CC OO y uno de UGT se alinean con las posiciones oficiales de sus centrales, de forma que el comité se ha convertido en un órgano de representación en permanente conflicto con las secciones sindicales. El resto de delegados pertenece a las corrientes minoritarias y críticas de ambos sindicatos.
El punto más álgido del enfrentamiento se registró con motivo del referéndum del pasado jueves, convocado por las centrales con el beneplácito de la empresa y que fue boicoteado por el comité. El alto índice de abstención -sólo votaron a favor del acuerdo alcanzado entre los sindicatos y la empresa 417 trabajadores de una plantilla global de 1.187- ha reforzado notablemente las posiciones del comité, contrario a aceptar la oferta de la compañía.
Los rectores de la empresa, cuyo consejo de administración encabezan el alcalde de la ciudad, el socialista Ricard Pérez Casado, y el delegado de Tráfico, el también socialista José Cabrera, pretenden zanjar el litigio a cualquier precio. En las últimas horas han mantenido contactos con las cúpulas de los sindicatos para encontrar una vía de acuerdo.
La firma del convenio y la aceptación por los trabajadores de la racionalización garantizarían al grupo socialista del Ayuntamiento la ausencia de problemas el año próximo, en vísperas de las elecciones municipales. Conscientes de esta necesidad de los socialistas, los sectores disidentes de CC OO y UGT fuerzan al máximo la cuerda de la negociación. El pulso todavía está en el aire.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.