La plaza Mayor y el hotel Palace vivieron una noche de infarto
Varios cientos de personas siguieron anoche el resultado de las elecciones y el encuentro de la selección española contra la belga a través de una enorme pantalla que había instalado el Ayuntamiento de Madrid en la plaza Mayor. El alcalde, Juan Barranco, que se mostró muy contento con el resultado obtenido por su partido, aunque "ya lo esperaba" siguió el desarrollo del choque futbolístico desde la Casa de la Panadería en compañía de otros concejales. Por otra parte, el hotel Palace vibró anoche como no lo había hecho hasta ese momento cuando el zaragocista Señor marcó el gol del empate de España a cinco minutos del final del tiempo reglamentario.
Barranco explicó que había pasa do el día con su familia tranquilamente en Alcorcón: "Por la tarde he llevado a mis padres a votarVallecas y he estado en la sede de la Federación Socialista Madrileña". El alcalde vaticinó que el triunfo del PSOE será muy positivo para el país porque permitirá consolidar la trayectoria de modernidad iniciada hace cuatro años.
Barranco manifestó también que Coalición Popular había tocado techo y que "es difícil que sean capaces de ganar unas elecciones". El alcalde se mostró, sin embargo, muy apenado por el fracaso de Santiago Carrillo. "Lamento de veras que no haya salido", dijo, "al margen de las diferencias políticas que mantenemos".
Los vídeos musicales y las constantes conexiones con el Palacio de Congresos, desde donde se facilitaban los resultados de la jornada electoral, no calentaron el ambiente de la plaza Mayor hasta que apareció la selección nacional en la pantalla. La alocución de Felipe González, unos minutos antes del comienzo del partido, apenas sí pudo escucharse entre los gritos de "Buitre, Butra, Butra, Butragueño" y el sonido de pitos y trompetas.
David, un estudiante de óptica de 19 años, que se cubría con una bandera española y que aseguró ser hincha ultrasur del Real Madrid, afirmó que había votado por la mañana, pero que no le interesaba el resultado. "Si hubiese sido otro día, todavía. Pero hoy, con el partido, para nada", decía mientras bebía cerveza en compañía de unos amigos.
Felipe González descendió anoche hasta sus seguidores, poco antes de que dieran las 12, por una escalinata lateral del vestíbulo del hotel Palace, flanqueado por Txiqui Benegas y Julio Feo, entre otros fieles, y, bordeando la rotonda central, subió al podio, situado entre dos columnas, desde el que se dirigió a los militantes del PSOE.
Rosas a buen precio
Según hacía la señal de la victoria' sus enfervorizados partidarios ' que llegaron a romper la chaqueta al jefe de seguridad del presidente en funciones, comisario Manuel Céspedes, le lanzaron algunas de las 5.000 rosas, repartidas previamente entre los asistentes, que ha bían sido encargadas en Tenerife debido al bajo precio que tenían allí: siete pesetas la unidad.
La fiesta del Palace de ayer poco recordaba la de cuatro años antes, cuando miles de personas se concentraron frente al edificio con la emoción del cambio prometido. Ayer todo era mucho más tranquilo. En la puerta se contaban varios centenares de almas y por los salones desfilaban caras más o menos conocidas junto a militantes del partido.
Copa y rosa roja en mano se podía ver al senador José Prat, a Adolfo Marsillach, a Pilar Miró con su hijo Gonzalo, de cinco años, quien decía que él había votado "a Felipe, a Juan Carlos y a Javier Solana"; a Eduardo Mangada y José María Mohedano, socialistas de recientísimo cuño; a Francisca Sauquillo, la actriz Beatriz Carvajal o la cantante María Dolores Pradera, quien, ante las peticiones de algunos asistentes, no dudó en agarrar el micrófono y entonar varias de sus rancheras.
La fiesta, para la que se había convocado a los invitados a las diez, empezó dos horas antes. Los salones estaban poblados de jóvenes esposas de miembros de la organización del partido que, mientras retocaban su carmín en los lavabos, se lamentaban de haber llegado tan pronto y de que sus maridos les hubieran pedido que se pusieran lo mejor del guardarropa porque, la noche iba a ser muy importante. Ellos fueron llegando un poco más tarde, algo nerviosos, porque hacia las nueve de la noche aún no era segura la mayoría absoluta.
La tranquilidad llegó poco después, cuando Txiki Benegas, secretario de organización del partido, comunicó que el PSOE había alcanzado la mayoría, pese, según dijo, a la campaña en contra de todos los demás partidos.
El tono tranquilo de la fiesta sólo se interrumpió cuando, alrededor de las 11.45, llegó el presidente en funciones, acompañado de su hijo Pablo y vestido con chaqueta jaspeada , prenda muy de moda entre los seguidores del partido, según se pudo ver a lo largo de la noche. Vivas y vítores con fuertes aplausos fueron su saludo y su despedida.
Después, instantes antes de la medianoche, Felipe González se encerró en la habitación 212 para seguir el partido de fútbol. Sus seguidores hicieron lo propio, plantados ante las gigantescas pantallas instaladas dentro y fuera del edificio, y muchos de ellos no se inmutaron ni cuando llegó Alfonso Guerra, besado con profusión por las devotas. El silencio suplió la tímida algarabía anterior.
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