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María Muñoz Cenzano

Viuda de José Antonio Balbontín, publica un ensayo póstumo de su marido

María Muñoz Cenzano acaba de publicar un ensayo escrito por su esposo, fallecido en 1978, el poeta y ex diputado de la República José Antonio Balbontín. El libro, titulado Jesús y los rollos del mar Muerto (Ensayo sobre la cuna histórica del cristianismo), es en cierta forma una manera de hurgar en el propio y conflictivo sentimiento religioso del autor, a través de la investigación de uno de los más importantes descubrimientos históricos de nuestro siglo. El autor dedica la obra a su compañera e inspiradora, María.

El mayor orgullo y satisfacción de María Muñoz Cenzano es haber sido hija de un frutero que tenía su tienda en la calle de Barquillo. Ella tiene actualmente 88 años y recuerda cómo en su juventud venían a la puerta de su tienda las carrozas con grandes señoras a escoger personalmente la fruta. "A mis hermanas y a mí nos encantaba arreglar las cestas con fruta de acuerdo a las formas y colores. Yo incluso mandaba fabricar cestas especiales para poder hacer arreglos más artísticos", recuerda. "Fue una época feliz".Conoció a José Antonio Balbontín en uno de los mítines a los que él solía asistir como orador. "Tenía una forma de decir las cosas que convencía a cualquiera. Siempre fue un gran orador", dice.

Al principio ni la miró. Después, durante un largo paseo por el Retiro, hablaron sobre Tolstoi, el autor preferido de María, y se encendió la chispa. Él fue elegido diputado de las Cortes como independiente en 1933. Tras la guerra, el matrimonio se exilió en Londres, donde vivieron 40 años.

María Muñoz Cenzano es una persona enérgica. Al hablar se exalta con sus propios recuerdos y parece volver a vivirlos todos, acumulados en un breve lapso. Parece estar dispuesta a decirlo todo, y a medida que recuerda se ríe de anécdotas que seguramente no venían a su mente hacía mucho tiempo.

En Londres se inició en otras aficiones. "Fregaba y me iba a las casas de subastas. Compraba obras de arte y luego las vendía, y cuando el negocio de la frutería dejó de funcionar abrimos ahí una tienda de antigüedades. Poco a poco fui entendiendo más de pintura, pero me especialicé en encajes antiguos; tengo una colección maravillosa. Yo les enviaba a mis hermanas cosas de Londres y ellas las vendían. La tienda todavía existe".

La casa de los Balbontín en Londres fue siempre punto de reunión de intelectuales. "Mi marido fue amigo de Bertrand Russell y de Gerald Brenan; también frecuentaba mucho nuestra casa ,Araquistáin".

"Él escribía constantemente poesía y ensayo. Dedicaba mucho tiempo a la traducción. Jesús y los rollos del mar Muerto fue escrito por él poco antes de morir, en 1978. Mi marido perdió la fe cuando empezó a estudiar filosofía y a relacionarse con los grupos de izquierda de la época, pero siempre le inquietó la idea de Dios", dice ella. "En ese sentido, yo era más dura. Yo le decía: 'De religión, nada'. Todavía tengo muchos papeles suyos, entre ellos correspondencias muy interesantes con diversas personas".

La pareja volvió a España en 1976. Su piso en Madrid tiene asombrosas pinturas por todos los lados. "Fotografíeme junto al filósofo", pide ella, y se coloca delante de una pintura de Descartes joven. Vuelve a hablar con entusiasmo de pintura y luego volvemos a hablar de su juventud y de la fruta. "Sigo yendo a escogerla personalmente. Me gasto todo mi dinero en firuta".

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