La Audiencia de Madrid considera improcedente la declaración de quiebra contra la empresa Nonay Gil Hermanos
La Sala Segunda de la Audiencia Territorial de Madrid ha confirmado una sentencia de 18 de febrero de 1984, dictada por el Juzgado número 18 de Primera Instancia de esa ciudad, según la cual era improcedente la declaración de quiebra instada por el Algemene Bank Neederland contra la empresa española Nonay Gil Hermanos, de Morés (Zaragoza). La sentencia de la audiencia, conocida ayer y que es firme e inapelable, estima que "no ha lugar a la declaración de la quiebra porque la empresa Nonay era solvente", según informó Jesús Marco, miembro del equipo jurídico del citado grupo empresarial.A partir de este momento, Nonay Gil Hermanos enviará a todos sus acreedores y proveedores una copia de la sentencia y los convocará a una reunión que se celebrará en el plazo de unos 15 días. Allí se les informará de las acciones jurídicas que la empresa tiene decidido emprender contra el banco holandés "para reclamarle daños y perjuicios", según las citadas fuentes. El grupo Nonay confia en que un alto porcentaje de los acreedores y proveedores se sume a dichas acciones judiciales.
El grupo Nonay Gil Hermanos, que es una empresa dedicada a la arboricultura y horticultura, con una trayectoria internacional de 20 años, informó que iniciará "acciones judiciales" contra el Algemene Bank Neederland, de Holanda, por daños y perjuicios de unos 5.000 millones de pesetas. El citado banco instó una quiebra contra Nonay en enero de 1983 por una deuda de 46 millones de pesetas. La actitud del banco holandés ha supuesto que el grupo aragonés haya dejado de realizar en esta década proyectos en diversos puntos del mundo por valor de 100.000 millones de pesetas.
El equipo jurídico de Nonay emprenderá, asimismo, acciones civiles y penales contra el grupo del Banco Español de Crédito (Banesto) "por su actuación posterior a la quiebra y porque José Nonay, importante accionista de dicha entidad, ha perdido o le han desaparecido 2.500 millones de pesetas" en los últimos tres años.
El Algemene Bank instó la quiebra a raíz de unas obras realizadas por Nonay en Arabia Saudí. "La obra estaba ejecutada, garantizada y avalada", según fuentes del grupo. La aceptación de la quiebra supuso que se paralizaran todas las obras de Nonay en Arabia Saudí, uno de sus principales clientes y en el que había volcado sus efectivos. Para la década de los noventa tenía contratos y precontratos en dicho país por valor de 30.000 millones de pesetas; en 1983 estaban ya firmados proyectos por 14.000 millones de pesetas, garantías de cobrar 6.000 millones de pesetas a través del Banco de Crédito Agrícola saudí.
La intervención del Algemene es interpretada por el grupo Nonay como una estrategia para desplazar a esta importante firma española e introducir, como así ocurrió, empresas holandesas en el mercado de Arabia Saudí. Los Nonay aseguran que tienen pruebas al respecto.
Pérdida de contratos
La quiebra supuso además la pérdida de miles de millones de pesetas en contratos y precontratos para realizar proyectos en Marruecos, Argelia, Egipto, Libia, Irán, Irak, Jordania, Yugoslavia, Rumanía, Bulgaria, Venezuela y México, principales mercados de Nonay. Y pérdidas de más de 300 millones de pesetas en maquinaria repartida por los citados países.Más de 300 personas de Morés y diferentes pueblos de la comarca se quedaron sin trabajo al ser despedidas por el comisario de la quiebra.
Más de seis millones de plantas se estropearon en los almacenes al paralizarse todas las actividades de Nonay: la quiebra las valoró en 700 millones de pesetas, cuando en el mercado habrían alcanzado los 2.000 millones. Hubo embargos de autobuses, camiones y otros materiales. "Además del daño real hay que añadir otros de tipo social y moral: nos han hundido, nos han desmoralizado, pero que recuerden que los Nonay llegaremos hasta el fin. Hasta ahora hemos aguantado y a partir de este momento pasaremos al ataque", precisaron.
El 18 de febrero de 1984 se vio el juicio de la quiebra en el Juzgado de Primera Instancia número 18 de Madrid, que falló a favor de Nonay, por entender que la empresa era solvente. "No se comprende cómo a una empresa que facturaba miles de millones de pesetas se le declara una quiebra por una deuda de 46 millones de pesetas. Nadie intervino ni se molestó en aclarar lo ocurrido", precisaron fuentes del grupo.
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