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Obediente en Austria

Al igual que Kurt Waldheim en la guerra de Hitler, una mayoría de los votantes austriacos ha hecho lo que creía que era su deber patriótico. Por un margen de 54 a 46 han elegido a Waldheim como presidente, como si eximieran de esta manera a toda Austria de la complicidad con las atrocidades nazis. Ya que el cargo es fundamentalmente ceremonial, su elección es meramente simbólica, pero... ¡qué símbolo!. Los austriacos han situado a una figura visiblemente defectuosa en su pedestal más alto.Waldheim no ha sido encontrado culpable de crímenes de guerra cuando era un joven teniente en los Balcanes. Pero el haberlo ocultado hasta que salió a la luz hace cuatro meses resulta autoinculpatorio. Igualmente dañino fue cómo excusó su impostura: "Se produjeron atrocidades por ambas partes. ¿Quién puede recordar todo lo que sucedió en el período de guerra?". Waldheim, como estos hechos embarazosos sacan a la superficie, ha transformado su elección en un plebiscito sobre sus acusadores extranjeros.

Su servicio en el Ejército de Hitler no es el tema en cuestión; pensarlo sería imponer la misma doctrina de culpa colectiva que los nazis impusieron a sus víctimas. (...) El presidente de la República Federal de Alemania, Richard von Weizsacker, luchó en la invasión de Polonia, pero nunca lo ocultó y realizó las declaraciones necesarias sobre su pasado: "Todos nosotros, culpables o no, jóvenes o viejos, debemos aceptar el pasado. Todos nos vemos afectados por sus consecuencias y somos responsables de ellas. Las generaciones jóvenes y mayores deben y pueden ayudar a los demás a entenderlo, por lo que es vital mantener vivos los recuerdos. Todo aquel que cierra sus ojos al pasado está ciego al presente".

10 de junio

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