Iglesias hizo realidad el proyecto de coalicion a partir del PCE
La rentabilidad del referéndum sobre la OTAN empujó a unirse a las fuerzas a la izquierda del PSOE
La celebración del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN logró en sólo unas semanas lo que no había sido posible a lo largo de 15 meses: que los proyectos de un frente de izquierda, acariciados por diversos grupos políticos y personalidades progresistas, cuajaran en un acuerdo electoral para ofrecer una alternativa a la izquierda del PSOE. Las manifestaciones contra la permanencia de España en la Alianza Atlántica, el resultado mismo de la votación y, posteriormente, la anticipación de las elecciones reunió en una misma plataforma electoral, en torno al PCE que dirige Gerardo Iglesias, a partidos -e incluso personajes de la transición política española- que en circunstancias menos apremiantes y eufóricas difícilmente hubiesen compartido en pacto preelectoral.
El primer debate de cierta hondura sobre la necesidad de encontrar un cauce que aglutinase a los grupos situados a la izquierda del PSOE y, especialmente, a la multitud de personas y colectivos progresistas ajenos a los partidos había tenido lugar en diciembre de 1984. En la casa de un médico amigo de Gerardo Iglesias en la localidad madrileña de Camorritos se reunieron, a iniciativa del secretario general del PCE y del abogado José María Mohedano, una veintena de destacadas personalidades dispuestas a analizar las condiciones que permitirían la recuperación de la izquierda. Allí coincidieron Cristina Almeida, Jordi Solé Tura, Manuel Vázquez Montalbán, Juan José Rodríguez Ugarte, Pedro Arrojo, Julio González Campos, Pere Portabella, Nicolas Sartorius y Jaime Sartorius.La conversación arrojó. algunos acuerdos concretos, como continuar la reflexión en encuentros posteriores, a los que serían invitados dirigentes nacionalistas de izquierda; redactar artículos de opinión sobre cuestiones de: interés general, con una firma colectiva, y abordar los problemas de la izquierda en el terreno de sus principios teóricos.
Los dirigentes nacionalistas consultados -vascos, catalanes y gallegos- nunca llegaron a participar en una reunión de caraterísticas similares a la celebrada en la sierra madrileña. E incluso alguno de los asistentes, como Solé Tura, advirtió desde el principio su escepticismo sobre la consecución de "convergencia política y social" -formulada por Nicolás, Sartorius y propuesta por Gerardo Iglesias siete meses antes- que transformase el mapa político español.
El choque soterrado
Pero lo que paralizó la gestación de una posible nueva izquierda, con independencia de los contactos reservados mantenidos desde entonces con Ramón Tamames, Alonso Puerta e Ignacio Gallego, entre otros muchos, fue el estallido de la última batalla entre- Santiago Carrillo y la dirección del PCE, un enfrentamiento que había empezado soterradamente el mismo día en que Iglesias ocupó su despacho de la secretaría general y le advirtió a Carrillo que no sería su hombre de paja. Hacia diciembre de 1984 Ignacio Gallego había ya abandonado el PCE para encabezar un partido comunista prosoviético y acababa de seguir sus pasos, Jaime Ballesteros, durante años adalid del eurocomunismo, junto con otros cuatro miembros del Comité Central y un centenar de militantes.
El enfrentamiento entre, la dirección del PCE y el grupo encabezado por Carrillo continuó durante gran parte de 1985. A principios de abril, la conferencia nacional del partido se celebró sin la presencia del exsecretario general, quien anunció inmediatamente que no estaba dispuesto a rectificar públicamente sus opiniones, como le emplazaban a que lo hiciera antes de 15 días los acuerdos de la reunión, ni tampoco a aceptar su autoexclusión del Comité Central y del Comité Ejecutivo. Poco después se consumó la marginación de Carrillo, destituido como portavoz parlamentario y abocado tras 49 años a la militancia de base, y comenzó en Madrid, Valencia, Galicia, Granada, Valladolid y Albacete la separación del partido de los dirigentes regionales y provinciales identificados con sus tesis.
Veinticuatro horas después. de que concluyera la conferencia nacional, la secretaría de finanzas del PCE bloqueó las cuentas bancarias de la organización del partido en Madrid -cuyo Comité Ejecutivo era mayoritariamente favorable a Carrillo-, así como de aquellas otras que escapaban al control del secretariado del Comité Central. Los dirigentes carillistas calificaron la decisión de ignominiosa y firmaron conjuntamente un documento en el que considera ban "fantasmal" la "convergencia política y social" y reclamaban la recuperación del voto comunista.
Aunque Carrillo negó que fuese a formar un grupo político, la Mesa para la Unidad de los Comunistas, que se constituyó en octubre del año pasado, adoptó desde el principio una estructura semejante a la de cualquier organización política. Durante algunos meses mantuvo conversaciones con representantes del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), e incluso logró que delegaciones de ambos grupos firmasen un documento conjunto en el que expresaban su disposición a facilitar la unidad de los comunistas. Pero, finalmente, el PCPE llegó a un acuerdo electoral con el PCE para formar parte de la coalición electoral Izquierda Unida. Aunque no trascendió públicamente, ambos partidos mantenían contactos desde diciembre de 1985.
La Federación Progresista, nacida en julio de 1985 y presidida por Ramón Tamames, firmó a mediados de febrero de este año un acuerdo con el Partido de Acción Socialista (Pasoc), procedente del antiguo PSOE (histórico) y dirígido por Alonso Puerta, para afrontar conjuntamente la campaña del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN y promover una "alternativa de izquierda" ante las elecciones. Ambos grupos habían mantenido conversaciones esporádicas con el PCE, pero lo que determinó en última instancia su convergencia fue también lo que finalmente interfirió la preparación de una alternativa más amplia, representativa y ambiciosa: la celebración del referéndum y la anticipación de las elecciones legislativas.
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