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ELECCIONES, EL 22 DE JUNIO

El que más manda

Anabel Díez

El candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno de España, Felipe González Márquez, de 44 años, tiene casi tres años más que la media del candidato tipo de su partido para las próximas elecciones y, como muchos de ellos, es abogado. Sus últimos cuatro años han transcurrido en el palacio de la Moncloa por voluntad de los españoles, que votaron mayoritariamente a los socialistas en 1982. Sus cercanos aseguran que este cuatrienio no le ha cambiado. Sigue siendo el mismo: duro, con capacidad de mando, firme de criterio, y nada depresivo -"su característica psicofísica es la del atlético, vitalista, afronta los problemas directamente y no rehúye responsabilidades"-. Dicen que su dureza le viene de la tranquilidad que le- inspira la posibilidad de regresar a su casa. Todos coindicen en que sigue siendo "el que más manda; manda en el Gobierno y manda en el partido". Y a veces, lo reconocen, manda manu militari.

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Felipe González se "cabrea en silencio" cuando le atribuyen gestos de prepotencia. Sin embargó, no le afectan en absoluto las críticas en torno al boato que le rodea, mucho menos aquéllas derivadas de su paseo marítimo en el Azor. Es presidente del Gobierno de una España democrática y su legitimidad le obliga a desterrar cualquier tabú del antiguo régimen. Utilizará el patrimonio nacional tantas cuantas veces "lo exija el guión", cuentan quienes le conocen, al tiempo que aseguran que es el militante del PSOE que ha acogido con mayor naturalidad, sin deslumbrarse, la llegada al poder, a pesar de su origen modesto.

Atribuyen a su "carácter afable" la perfecta asunción de su papel, que le ha llevado de la clandestinidad al trato fluido con la milicia, el empresariado y la banca. Claro que su capacidad de encantar tampoco es ajena a su éxito en las relaciones públicas. Pero que conste: "A Felipe no hay quien le haga la imagen".

Y no es cierto que en 1979 le pintaran las canas para el cartel electoral: ya las tenía. La impresión en el papel las resaltó en exceso, justifica quien se encargó de aquello. Ahora tiene muchas más canas, ha ganado peso y ha perdido un punto de coquetería en aras de una más sólida imagen de hombre de Estado. No le importa presentarse públicamente con gafas.

Sus gustos se mantienen y las pinceladas humanas son muy parecidas a las registradas en 1982: gran estima a la amistad, rapidez de captación, capacidad de síntesis y clarividencia de juicio. Continúa jugando al billar, duerme y come poco, lee mucho por las noches, es solitario, tímido y cariñoso, aunque controla bien las emociones. Contar y escuchar chistes le apasiona. De ahí su proclividad a desgranar en la conversación citas de humoristas tales como Manolo Gandía y Manolo de Vega.

González está al frente del PSOE y del Gobierno sin que nadie lo ponga en cuestión en las filas de su partido: "es su sitio". La leyenda de que el duro es Alfonso Guerra se considera, a estas alturas, una broma.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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