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El congreso de los democristianos italianos se abre el lunes con De Mita como líder indiscutido

Juan Arias

La Democracia Cristiana (DC), el partido de mayoría relativa en Italia, al que pertenece el presidente, Francesco, Cossiga, comienza el lunes, en Roma, su 17º congreso nacional, que se presenta por primera vez sin grandes luchas internas y con Ciriaco de Mita, actual secretario general, como líder indiscutido. También el último congreso de los comunistas, en abril, fue el 17º, un número que en un país tan supersticioso como Italia no existe ni en las habitaciones de hotel.

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Los comunistas dijeron con humor, con ocasión de su congreso, que, para exorcizar el fatídico 17 habían diseñado las pancartas con todos los colores del arco iris, es decir, "con alegría".Ahora los democristianos también, por vez primera, han pasado en sus carteles anunciadores del blanco y azul de los tiempos pasados a todos los colores. Pero Paolo Cabras, responsable de la organización del partido y diputado, ha dicho en una conferencia de prensa, en la que participó Clemente Mastella, brazo derecho de Ciriaco de Mita, que ellos han introducido los colores sólo por modernidad, ya que, "siendo un partido de inspiración cristiana no podemos ser supersticiosos, y para nosotros todos los números son iguales".

Éste va a ser el primer congreso nacional de la Democracia Cristiana sin noches de cuchillos largos, es decir, pacífico, sin fuertes contraposiciones, sin intrigas ni zancadillas de última hora. Un congreso que se plantea, sin embargo, un empeño delicado y difícil: renovar a fondo el partido.

El gran personaje es el secretario general, De Mita, de quien se dice que, ayudado por san Genaro, el patrón de la región napolitapa (su tierra), ha hecho el milagro de acabar con las famosas corrientes que dividían el partido y creaban tempestuosas luchas internas durante los congresos. Ahora no existe, sin embargo, ni una sola candidatura antagónica a la del actual secretario, quien se ha permitido el lujo de no presentar ni la suya propia hasta el momento.

Hace cuatro años, De Mita llegó a la secretaría del mayor partido italiano como por sorpresa. Ante la opinión pública era un gran desconocido frente a los históricos de la Democracia Cristiana: Giulio Andreotti, Flaminio Piccoli, Arnaldo Forlani, Amintore Fanfani, Benigno Zaccagnini, Carlo Donat-Cattin, etcétera.

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Se decía que hasta hablaba mal el italiano. Pero quien le conocía de cerca aseguraba que era el democristiano que había leído más libros y que era, como Bettino Craxi (actual jefe de Gobierno) en el partido socialista, una mezcla explosiva de hombre del sur que había estudiado en las universidades del norte. Y así alguien escribió entonces: "Ha nacido en la DC el Craxi de la renovación".

Ni escenarios ni masas

En una entrevista concedida a una emisora de radio, De Mita dijo ayer: "Yo no pertenezco, como Craxi, a la civilización del espectáculo. Mi opinión es que quien vive en política de emociones y de espectáculo pronto o tarde caerá en la desesperación".

De Mita no es un hombre de escenarios, ni de masas, ni de espectáculo. Es más bien reflexivo, pero tenaz. Tuvo la suerte de crearse un equipo de colaboradores abiertos, fieles e inteligentes. Y en estos cuatro años, a fuerza de codazos y de golpes de hacha, ha ido poco a poco dando paso en el partido a la nueva generación.

Ha conseguido muchas cosas para un partido que se daba ya por acabado y que automáticamente le ha convertido en el sucesor indiscutible de sí mismo. Y con gran

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fuerza, de negociación, porque ha afirmado que seguirá siendo secretario general sólo si se le permite "acabar científicamente con los grupos internos de poder" para hacer un partido nuevo, popular, anclado en la sociedad, de inspiración cristiana, pero laico al mismo tiempo.En cuatro años ha reconquistado para su partido la presidencia de la República italiana, ha arrebatado la alcaldía de Roma a los comunistas: está a punto de volver a conseguir la presidencia del Gobierno. Si aún no lo ha hecho ha sido sólo por razones de conveniencia política, para dejar hacer al primer ministro socialista Craxi algunas decisiones políticas de orden económico conservadoras y antipopulares.

De Mita ha cambiado el rostro de la Democracia Cristiana siciliana, arrinconando a cuantos estaban en olor de mafia. Ha aumentado los afiliados a la DC en 83.000, de los cuales el 13% corresponde a jóvenes, mientras ha disminuido notablemente el número de los inscritos en el partido comunista durante el mismo período.

De Mita llega al congreso sin enemigos importantes y con gran fuerza, política, como lo demuestra el hecho de que los otros dos pilares del partido, el, grupo de Giulio Andreotti y los amigos de Antonio Gava, ya le han prometido su apoyo antes de que haya presentado su candidatura.

Leal apoyo de Andreotti

Andreotti (actual ministro de Exteriores) y los suyos han dicho ya que apoyarán lealmente a De Mita, y Gava (ministro de Transportes), el hombre más importante del ala conservadora y de la Democracia Cristiana napolitana, acaba de afirmar en una entrevista a II Mattino, de Nápoles, que ha llegado la "hora del riesgo", y que lleva razón De Mita cuando dice que es necesario "salir de los viejos esquemas para construir algo n,uevo".

Paolo Cabras, del grupo de la izquierda encabezado por Zaccagnini, ha afirmado que hoy la Democracia Cristiana de De Mita "no tiene nostalgia de los tiempos en los que los jefes históricos hacían y deshacían a los reyes".

Al mismo tiempo, existe, por parte de los socialistas una cierta preocupación por el discurso inaugural de De Mita, que durará dos horas. Al parecer, quiere presentar un verdadero programa de gobierno abierto a todos. Los socialistas, que temen una apertura de diálogo con los comunistas por parte democristiana, se han asustado y han amenazado ya con elecciones anticipadas. Pero De Mita ha respondido a los comunistas, que en su congreso jugaron la carta del llamado gobierno de programa, diciéndoles que lo malo del PCI es que aquel congreso "no presentó ningún programa,".

Por eso la Democracia Cristiana quiere jugar esta baza. El problema que se plantea a los socialistas es el siguiente: ¿y si el programa que presente De Mita gusta también a los comunistas? Éste va a ser el verdadero nudo del congreso.

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