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Reportaje:ELECCIONES, EL 22 DE JUNIO

Antiguos 'culiparlantes', modernos 'girallaves'

Las escasas facilidades de sus grupos sumieron a algunos diputados en un mutismo de cuatro años

Anabel Díez

Las estadísticas de los grupos parlamentarios reflejan, aunque no lo parezca, un altísimo grado de participación de sus miembros en la vida legislativa de los últimos cuatro años. Esto es así, salvo las notables excepciones de un grupo de silenciosos diputados que han permanecido agazapados en sus escaños con la única misión de girar la llave para participar en las votaciones. En muchos casos hay que señalar, para su descargo, que su rigurosa discreción se debe más a la voluntad de los jefes de grupo que a una enfermiza timidez que les impida hacer uso de la palabra. En la historia del parlamentarismo español, la tradición del silencio se remonta a los, comienzos del siglo XIX. En las Cortes de Cádiz se acuñó el término culiparlantes para estos casos. Ahora, en la época de la electrónica y del tablero electrónico, son los girallaves.

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Todos los grupos parlamentarios se felicitan internamente por la febril actividad de sus componentes en la legislatura a la que el presidente del Gobierno, Felipe González, puso fin el pasado mes de abril. Bien es cierto que los debates fundamentales han sido acaparados por los primeros espadas de cada grupo.La defensa de enmiendas parciales en intervenciones de 10 minutos ha sido todo el tiempo con el que contaba un diputado o senador de provincias para estrenar sus dotes oratorias.

A medida que pasaron los meses pudo apreciarse que los más silenciosos eran, por el contrario, los más ruidosos en el escaño: un nutrido grupo de socialistas y populares, enfrentados espacialmente en el hemiciclo y prestos a abuchear, patear y silbar si el adversario político en el uso de la palabra subía el tono de sus imprecaciones.

Mala imagen

El Grupo Parlamentario Socialista ha declinado facilitar la frecuencia de intervención, no numérica sino nominal, de sus parlamentarios, al considerar que el conocimiento Público de la escasa participación de algunos de ellos puede suponer una mala imagen en su provincia en un tiempo tan delicado como es el período electoral.

El caso es que todos han intervenido en estos cuatro años, con el matiz fundamental de que mientras algunos lo han hecho en numerosos plenos, en comisiones y en la redacción de decenas de enmiendas a leyes, otros han aportado su grano de arena con la presentación de alguna pregunta, la defensa de un par de artículos de los 200 de un determinado proyecto de ley o la elaboración de proposiciones legislativas.

El caso era dar juego a todos, aunque fuera mínimo. Este problema tan sólo se ha puesto de manifiesto con socialistas (202) y populares (106), al ser grupos tan numerosos.

El presidente del Grupo Parlamentario Socialista, Eduardo Martín Toval, aseguraba los pasados días que "todos los parlamentarios socialistas han ¡intervenido en el trabajo de las Cámaras". Ante la perplejidad que causó esta tajante afirmación, Martín Toval matizó: "Todos han intervenido en el sentido de que han conocido perfectarmente el trabajo parlamentario porque tenían toda la información".

Este dirigente socialista, no obstante, es consciente de que la imagen del diputado silencioso resulta poco gratificante para la opinión pública. "Ya sé que es muy denostado el que no todos intervengan públicamente, pero es lógico si se tiene en cuenta que el parlamentarismo español está basado en los grupos parlamentarios".

Esta realidad puede apenas matizarse por la capacidad de diputados y senadores de formular preguntas al Gobierno una vez por semana, que tienden generalmente a orientarse hacia problemas concretos de su circunscripción.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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