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ELECCIONES, EL 22 DE JUNIO

Ausencias notables y silencios poco elocuentes

Anabel Díez

La fama o el protagonismo de algunos hombres de la política española les ha sido contraproducente en esta legislatura, dado que, a diferencia de los anónimos parlamentarios, su actitud pasiva ha sido advertida con toda su crudeza. Ha habido silencios notables en los últimos cuatro años, como el del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, que se reservaba de un año para otro para los debates del estado de la nación y dejaba en el más absoluto desamparo a su único compañero de partido en el hemiciclo, Agustín Rodríguez Sahagún, que en un remedo de hombre orquesta defendía con igual convicción materias de Defensa, Economía, Cultura o Agricultura.

En la misma tónica que Suárez, su sucesor, Leopoldo Calvo Sotelo, guardó un férreo mutismo durante tres años para intervenir muy al final en dos únicas ocasiones: el último debate del estado de la nación y, días después, en el de la OTAN. No se recuerda ninguna intervención de Pío Cabanillas, inscrito esta vez en el pequeño grupo centrista, hecho sin precedentes, dado que en su dilatada carrera política siempre estuvo con las mayorías.

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El presidente del PDP, Óscar Alzaga, tiene en su haber numerosas intervenciones, lo que demuestra que siempre iba a tiro hecho, pues es uno de los parlamentarios que acumula más ausencias. Sus correligionarios le justifican con el argumento de que "estaba haciendo partido". También le disculpan por el hecho de aue su presencia en los aledaños ¿el Congreso no significaba casi nunca que diera el paso de penetrar en el hemiciclo.

Lo normal es que su presencia fuera fugaz, justo el tiempo que tardara en dejar a buen recaudo su automóvil en el estacionamiento de la Cámara baja. "El partido está al lado del Congreso", dicen con verdad sus seguidores, como también lo es la cercanía de su despacho profesional.

Deseosos de tribuna

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Mientras que el silencio de algunos prebostes de la política ha sido voluntario, el grueso de las Cámaras ha intentado ser merecedor de la defensa de una enmienda o de una pregunta al Gobierno. El mayor éxito de¡ diputado será si, a través de los medios de comunicación, en su provincia se conoce la ardorosa defensa que ha realizado en pro de la resolución del problema de la carretera comarcal o del sempiterno museo en ruinas. No son extrañas, por tanto, sus indisimuladas miradas a la tribuna de prensa al objeto de observar si su parlamento despierta o no interés.

Esto cuando los jefes de grupo lo permiten y no acaparan todas las preguntas con cuestiones de alta política. No es extraño, pues, que las caras conocidas del Parlamento terminen y acaben en Felipe González, -Manuel Fraga, Miguel Herrero, Modesto Fraile, Marcos-Vizcaya, Miquel Roca, Fernando Pérez Royo y Santiago Carrillo.

La ventaja de los solitarios Juan María Bandrés (EE), Rodríguez Sahagún (CDS), y Francesc Vicens (ERC) es que han podido hacer "de su capa un sayo", según denominación de uno de estos parlamentarios integrados en el Grupo Mixto, sin sometimiento a jefes de grupo.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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