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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El triunfo de Orwell.

Sin duda alguna, la opinión pública mundial ha sido tan aplastada por la última crisis económica que los ciudadanos del mundo se encuentran maduros para el advenimiento del Gran Hermano, la guerra permanente en algún confín pobre del planeta y las grandes videopantallas desde donde se manejan las voluntades electorales y los destinos humanos sin que nos sea posible apartar la vista de ellas. ¿Quién habló de¡ fracaso de Orwell? La agorera fecha 1984 no tenía por qué ser más que un símbolo, pero sí una tendencia irrefrenable del poder instituido, tanto capitalista como comunista. Cada uno en su estilo, dan lo mismo, en definitiva, los lobbies multinacionales norteamericanos que la nomenklatura soviética.Me vienen estas amargas reflexiones al constatar que apenas nadie ha movido un dedo acusador tras el alucinante accidente nuclear de la central de Chernobil (URSS). Voces pequeñas de los verdes, antinucleares y ecologistas mientras la nube radiactiva se extendía por Europa. Se da por supuesto que la mayoría silenciosa siempre está muda y sorda, por lo que esconder la cabeza debajo del ala resulta su habitual manera de enfrentar los problemas de la vida. No basta, pues, con que la industria nuclear no haya resuelto, temerariamente, cómo neutralizar inocuamente sus detritos radiactivos; después de tantos años en funcionamiento apresurado, aún se esconden bajo tierra o se arrojan en bidones al mar. Además de eso, debemos soportar constantes escapes radiactivos a la atmósfera que respiramos para que los mandarines atómicos que poseen los controles nos estén repitiendo, como a niños tontos, que nunca hay peligro. Me han venido estos días a la memoria las películas El síndrome de China y SiIkwood.

Antes fue Harrisburg, y ahora, Chernobil. A los dos gigantes del mito contemporáneo, la tecnología punta, se les aflojan los esfínteres letales de la radiactividad demasiado a menudo. Nadie protesta airadamente, y eso es un test para constatar hasta dónde pueden llegar los mandamases de las superpotencias. El poder quiere más poder; a partir de ahora, otra vuelta de tuerca hacia una mayor impunidad. Pero ahora mismo, en Turquía, México y Colombia, el planeta se ha resquebrajado de nuevo. Francia y EE UU han realizado recientemente pruebas nucleares subterráneas en el área del Pacífico. El hombre es tan imbécil y soberbio que, contra toda. lógica, cree en la inocuidad de hacer estallar bombas atómicas 100, 1.000 veces mayores que la de Hiroshima sin que se resienta el magma vivo que constituye el núcleo de la Tierra. Y así sucesivamente.Francisco Ibarrondo.

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