Pradera de San Isidro
Al mencionar San Isidro, forzosamente tengo que asociarlo con la pradera en que, según dicen, labrara la tierra el santo, solidariamente ayudado por los ángeles cuando el labrador atendía sus rezos.Con tal motivo, tras su muerte y canonización, todos los años se celebra (el 15 de mayo) la romería en visita a la ermita y fuente milagrosa, situadas en el altozano de dicha pradera.
¡Pradera de San Isidro! Curioso mirador hacia Madrid, al pie de cuya atalaya ribereña se inspiró Goya para plasmar estampas de la época (como la Gallina ciega), con empatillados personajes de madroñeras y redecillas que acompañan a vaporosas damas cortesanas en sus jiras campestres, mientras el cochero desengancha los corceles para que disfruten la fresca hierba.
¡Gracias, inmortal pintor, por tus añorantes recuerdos! (lo único que nos queda a los madrileños de aquella frondosidad, tras haber convertido los pastizales en autopistas de cemento).
Pero la romería continúa, año tras año, en honor de su patrón: "Si será Madrid sencillo,/ que en vez de, un emperador / tiene por patrón de hatillo / un humilde labrador".
Y la romería (que no verbena, puesto que "la primera verbena que Dios envía es la de San Antonio de la Florida") se instaló siempre, con sus caballitos de cartón, sus peluches de tómbolas, sus puestos de rosquillas ("¡rosquillas del Santooo!") y sus sirenas de reclamo en la parte derecha del río, hoy cubierto de bloques señoriales, y llamada por ese motivo avenida del Manzanares... Pero no hay cuidado: tal avenida no desbordará sus cauces. Por el contrario, su perfecta canalización ha servido para solaz y esparcimiento de patos y ¡gaviotas! que, envidiosas de los primeros, han arribado a la capital de España, abandonando quizá las Cíes de Vigo.
A pesar de todo (la poda, los bloques y la pista) también la feria de atracciones se sigue celebrando todos los años por igual fecha: aunque ahora amurallada por el estadio y los curvilíneos escalextrics.
Y los isidriles romeros continúan visitándonos desde todas las partes de España, sin romper la tradición de los más cercanos, que "con un pollo de regalo se pasaban quince días a costa de su paisano".
Pero bienvenidos sean todos ellos, que serán bien recibidos, porque: "Madrid, que acoge grato al forastero, / entrega, con la mano, el corazón; / Madrid, que es un montón de cosas buenas, / sin duda es lo mejor de lo mejor / Madrid no está en sus calles y plazuelas, / que está en sus fino ambiente sin igual, / y está en la simpatía de su pueblo / que sabe ser señor y servicial".
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