Samuel Beckett
no debía tener previsto el funesto ejemplo que para algunos actores podía tener su obra Esperando a Godot. El pasado lunes, en el teatro municipal de Gotemburgo (Suecia), cuatro de los cinco actores de la obra decidieron que, en este caso, fueran los espectadores los que esperaran eternamente la llegada no sólo del señor Godot sino del resto del reparto y, en consecuencia, desaparecieron por una ventana del teatro horas antes del estreno. Lo grave es que todos ellos eran reclusos del penal de seguridad de Kumla, condenados por delitos relacionados con la droga. Por el momento, el que sigue esperando la llegada de los que tenían que esperar a Godot es el director del establecimiento penitenciario.
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