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El Parlamento británico rinde tributo a la labor del Rey

El Parlamento británico dio ayer una cálida bienvenida al rey Juan Carlos, primer soberano extranjero que se dirige a sus miembros, y rindió un tributo de admiración a la labor desempeñada por el Monarca, "guardián y depositario" de las libertades españolas, según lo calificó lord Hailsham of St. Marylebone, presidente de la Cámara de los Lores. Por su parte, don Juan Carlos calificó "la presencia del Rey de España" en el Parlamento democrático más antiguo del mundo como "un acto cuya significación ante la historia es patente".

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Por la Puerta Real

Al mismo tiempo, el Rey aprovechó su alocución a una sesión conjunta de las dos Cámaras, la de los Lores y la de los Comunes -sin duda, el acto político más importante de su visita de cuatro días- para mencionar por segunda vez el problema de Gibraltar. Es el "único que nos separa", dijo.Su mención del conflicto fue, lógicamente, más directa que la realizada en el banquete de gala ofrecido en su honor por la reina Isabel II en el castillo de Windsor el martes por la noche. El Rey calificó el problema de Gibraltar "como uno de los resultados que aún sigue presente de la prueba del enfrentamiento" que los acontecimientos han hecho pasar a los dos países, al tiempo que hizo un llamamiento a la imaginación de los políticos para que sepan estar a la altura de la historia. Para el Rey, de España, "el diálogo" iniciado por los dos países sobre Gibraltar constituye "un paso adelante, pero queda todavía mucho por andar". "Confío en que nuestros Gobiernos sabrán estar a la altura de la historia para encontrar aquellas fórmulas que permitan transformar cualquier sombra en un elemento de concordia para la más amplia cooperación entre ambos países y para el bien de todas las partes interesadas y del futuro de Europa", dijo don Juan Carlos.

Un "sentimiento nacional"

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La referencia fue tan directa que Alastair Burnett, comentarista del canal 4 de la televisión independiente, que retransmitió directamente la ceremonia, se preguntó si la política sobre Gibraltar no debía estar marcada por el Gobierno español y no por el jefe del Estado. El profesor Salvador Giner, que comentaba con él la ceremonia, manifestó que, al hablar de la colonia, el Rey expresaba "un sentimiento nacional y no una opinión personal".

En una reacción de urgencia a las alusiones del Rey sobre Gibraltar llevada a cabo por el canal 4 entre parlamentarios británicos, el ex secretario de Defensa y portavoz laborista de Asuntos Exteriores, Denis Healey, manifestó que lo importante era encontrar "un marco de solución" y añadió que Hong Kong podría ofrecer "un precedente". Por su parte, el dirigente socialdemócrata y ex ministro de Asuntos Exteriores David Owen declaró que era necesario explicar a los gibraltareños que "el diálogo con España debía continuar".

Los Reyes de España llegaron al palacio de Westminster, la sede del Parlamento británico con cinco minutos de retraso, después de hacer por carretera el viaje de 35 kilómetros desde su residencia oficial, en Windsor. Don Juan Carlos vestía traje oscuro, y la reina Sofía, un traje estampado y un abrigo rosa. A la llegada fueron recibidos por el lord gran chambelán, marqués de Cholmondeley, quien les presentó después de entrar en palacio a la primera ministra, Margaret Thatcher; al viceprimer ministro y líder de la Cámara de los Lores, vizconde Whitelaw, y al líder de la Cámara de los Comunes, John Biffen.

El Rey fue precedido en el uso de la palabra por el lord canciller, lord Hailsham of St. Marylebone, presidente de la Cámara de los Lores. Lord Hailsham, con la tradicional toga y peluca, manifestó: "Los lores y los comunes tienen el honor de recibir al representante de uno de los países más antiguos de Europa".

Lord Hailsham hizo un encendido elogio del papel desempeñado por el Rey en la transición y, en una referencia a su postura el 23 de febrero de 1981, calificó al Monarca de "guardián y depositario de las libertades españolas", frase acogida por los parlamentarios con voces de asentimiento y una gran ovación totalmente inesperada y fuera de todo protocolo en las Cámaras británicas. Hailsham dio la bienvenida al Rey como jefe de Estado de un país "aliado en la OTAN y socio en la Comunidad Europea". Por su parte, Biffen, el líder conservador' de la Cámara baja, se expresó en términos muy parecidos y escuchó las mismas expresiones de asentimiento por parte de los asistentes cuando habló del papel del Rey en el intento de golpe de Estado. Biffen terminó su breve alocución, que cerró el acto, con un vibrante ". ¡Viva el Rey!" y "¡Viva España!", increíblemente pronunciados en español.

En perfecto inglés

El Rey, que pronunció su discurso con el tono y ritmo adecuado, y en un perfecto inglés, comenzó sus palabras agradeciendo la invitación de las Cámaras, que consideró "no sólo como un gesto de cortesía del pueblo británico", al que representan los parlamentarios, sino como "una manifestación de amistad" que, a través de su persona, dirigían "al pueblo español". Don Juan Carlos, después de recordar los lazos de amistad y de alianza entre los dos pueblos desde Enrique de Trastamara y el Príncipe Negro y la boda entre su abuelo, Alfonso XIII, y la reina Victoria Eugenia, rindió tributo al Reino Unido "como un país que sabe aceptar íntegramente su historia, como lo prueban las efigies de Catalina de Aragón y del rey Felipe" expuestas en una sala del palacio. En este contexto de lucha por la supremacía mundial entre España y el Reino Unido, se refirió el Rey al problema existente entre los dos países desde la ocupación británica de Gibraltar en la guerra de Sucesión española.

A continuación, don Juan Carlos explicó a los parlamentarios británicos el contenido de la Constitución española de 1978, heredera de la de 1812 y que propugna "como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político". "La Corona es garantía de la continuidad constitucional", dijo el Rey, "y, por ello, hace poco más de dos meses, el heredero de la Corona prestó juramento de fidelidad a la Constitución como continuidad dinástica y como reafirmación del compromiso de la Corona con los valores democráticos contenidos en la Constitución".

Una gran parte de su intervención fue dedicada a la labor de nuestro país en Latinoamérica, "a la que España se siente indisolublemente unida, y a la que aportó todo lo mejor que tenía". "España ve con orgullo", dijo, "cómo los países latinoamericanos han llegado hace tiempo a su mayoría de edad, se alegra de sus éxitos y se entristece con sus dificultades, y estará siempre dispuesta a servir de intérprete, y de valedor entre ellos y Europa siempre que para ello se nos requiera".

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