Libia y Simone de Beauvoir
Desde que existe el expediente de los monoteísmos, el bien ha sido acaparado por los dioses. A los réprobos no les queda otro recurso que atrincherarse en el mal. Reagan, uno de los más poderosos dioses de la Tierra, ha decretado la expulsión a las tinieblas exteriores del fotoluzbeliano Gaddafi, no sin antes haberle distinguido con sendos títulos de la nobleza del mal: "enemigo número uno de EE UU y perro rabioso de Oriente".A partir del anatema sólo hay que dejar que el verbo ejerza su poder omnímodo. Los tronos, las dominaciones, los arcángeles, los ángeles y otros zascandiles de mínima envergadura perderán el apellido para formar disciplinados en apoyo del sol que más calienta. Un ejemplo entre muchos es el reportaje Libia por dentro, de Fernando Orgambides, publicado por EL PAÍS los días 9 y 10 de abril. Como no podía menos de suceder, Libia es una parcela del infierno, el reino de Gaddafi. Y los libios, un pueblo de diablos obnubilados por el fulgurante poder de su jefe. Practican todos una curiosa forma de la maldad: querer vivir como los norteamericanos, es decir, como los dioses. Felicite en mi nombre al señor Orgambides. Hacía tiempo que no leía un tratado de teología tan elemental y meridiano.-
Francisco Muñoz de Escalona.
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