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Calviño

El caso del empecinado embestir de las cabezotas de Coalición Popular contra el muro de Prado del Rey pasará más a la historia de la puerilidad que a la de la infamia. Que la dimisión de un director general se convierta en una razón de Estado indica la poca seriedad que pueden tener las razones de Estado y la necesidad evidente de que el ciudadano, el peatón de la historia, procure defenderse cada vez más de esas razones.Toda televisión estatal corre el riesgo de convertirse en televisión gubernamental y mucho más en un país recién salido de una televisión totalitaria. Una de las pocas ventajas que puede tener un Gobierno socialista realquilado en algunas de las habitaciones del Estado que al menos las cámaras de la televisión pública le favorezcan. El Estado se siente más a gusto cuando gobiernan las derechas, pero éstá en condiciones de tolerar que gobiernen los socialistas siempre y cuando devuelvan las habitaciones usufructuadas casi tal como las dejaron, repuestos incluso los objetos rotos. El Estado puede permitise el lujo de ceder la televisión al Gobierno realquilado siempre y cuando conserve el sentido histórico de los aparatos,estatales más determinantemente represivos. Tú le das al Estado garantías económicas y militares, y el Estado te deja gobernar y salir en la tele más que la oposición.

Que la oposición se ponga silvestre ante la evidencia de la situación es su problema. Que se emperre en pedir la cabeza de Calviño antes que consensuar lo que el Gobierno, hoy por hoy, no necesita consensuar sólo representa meterse en un proceso de autodesgaste que aumenta la renta electoral socialista. Si Coalición Popular no existiera, el PSOE podría perder las próximas elecciones; pero mientras Coalición Popular exista y siga comportándose como se comporta, hay Gobierno del PSOE para rato. Se saca Guerra a Calviño de la cajita y toda la muchachada de Coalición se sube por las paredes cantando el Dies irae y retorciéndose como Drácula ante la cruz. Además, el espectáculo de Fraga y Robles Piquer quejándose por la parcialidad televisiva es como una reposición de ¿Qué fue de Baby Jane? interpretada por Bette Davis y Joan Crawford.

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