Polémica dentro del Gobierno de Reagan sobre los efectos internos de la caída del petróleo
La Administración de Reagan aparece profundamente dividida en su política energética, como consecuencia del nivel tan bajo al que están cayendo los precios del petróleo. En la última semana varios de sus más altos representantes han hecho declaraciones opuestas sobre la necesidad de estabilizar el mercado mundial de crudo. La polérnica ha alcanzado una importancia inusitada como consecuencia del viaje que el vicepresidente George Bush realiza estos días a varias naciones productoras del golfo Pérsico, en vísperas, precisamente, de la reunión que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) celebra el martes próximo en Ginebra.
En menos de una semana, la Administración de Reagan ha producido por lo menos media docena de declaraciones opuestas sobre los efectos que el hundimiento de los precios del petróleo puede producir a la industria doméstica del petróleo y al sistema bancario estadounidense. Estas manifestaciones han provocado un singular vaivén en el mercado libre de crudo, que registra, al alza o a la baja, las palabras de los altos funcionarios norteamericanos.
La polémica se abrió con una declaración del vicepresidente, George Bush, poco antes de salir la semana pasada para un viaje de ocho días por los países productores del golfo Pérsico. Bush, un empresario muy vinculado a la industria petrolera tejana, manifestó que unos precios tan bajos como los que registra el mercado mundial desde enero amenazan los intereses y la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Desautorización
Tan dramática declaración provocó una reacción inmediata en los mercados de crudo, donde el barril de petróleo había caído por debajo del listón psicológico de los 10 dólares, con subidas de hasta dos y tres dólares por barril. Inmediatamente el portavoz oficial de la Casa Blanca, Larry Speakes, desautorizó al vicepresidente Bush, asegurando que la política oficial de Washington continuaba basándose "en las propias fuerzas libres del mercado", lo que ha sido ayer recalcado por el propio Reagan.Sin amedrentarse, Bush partió para Arabia Saudí, primera escala de su viaje, y antes y después de su entrevista con el rey Fhad, declaró que él era también firme defensor del libre mercado, pero muchas veces se había preguntado si esta teoría tenía límites cuando dañaba de gravedad a una industria tan importante para la seguridad de los Estados Unidos como la petrolera. Bush añadió que muchos bancos en Estados Unidos podrían entrar en situación de quiebra si el precio del barril seguía permanentemente por los suelos.
En un momento, Bush llegó a decir que los Estados Unidos comunicarían a los productores su apoyo a una política de rescisiones en las ventas de petróleo en el mercado. Tal sugerencia provocó una reacción mucho más airada de la Casa Blanca, cuyo jefe de staff Ronald Regan, saltó a la palestra para sugerir que a George Bush se le veía su plumero tejano. En el encuentro entre Bush y el rey Fhad aparentemente no se llegó a materializar, ningún tipo de presión.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.