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Primera derrota parlamentaria del Gobierno portugués con la ley de presupuestos para 1986

La ley de Presupuestos del Estado portugués para el año 1986 quedó finalmente aprobada el viernes, después de un debate de 23 horas seguidas, la más larga maratón de la historia parlamentaria lusa.

Contra la voluntad del Gobierno -minoritario- socialdemócrata de Aníbal Cavaco Silva, la llamada oposición de izquierda, comunistas y socialistas, apoyados en esta ocasión por los renovadores (eanistas), impuso una serie de medidas obviamente populares, como una reducción de los impuestos profesional y complementario y la baja del precio de la gasolina.

Después de acusarse mutuamente durante los últimos años de ser responsables de la crisis económica y del deterioro de las condiciones de vida, de la mayor parte de la población portuguesa, los partidos políticos lusos parecen haber encontrado un nuevo terreno de confrontaciones con la disputa acerca de la mejor utilización de los beneficios de la baja de los precios del dólar y del petróleo.

Repartir los benericios

El Gobierno del ex ministro de Hacienda, Sa Carneiro, pretendía orientar todos los recursos disponibles hacia el relanzamiento de las inversiones públicas y privadas, al tiempo que aprovechaba el superávit de la factura energética para saldar divisas acumuladas, dejando para una fase posterior el relanzamiento del consumo. La oposición entiende que la mejoría de las condiciones económicas externas deben traducirse en ventajas inmediatas para todos; o sea, que los portugueses han apretado demasiado el cinturón en los últimos años para que no se les consienta un ligero alivio tan pronto como sea posible.No faltaron de ambas partes las acusaciones de demagogia y las sospechas de electoralismo. A pesar de las declaraciones públicas en favor de la estabilidad política, Gobierno y oposición no parecen tener mucha fe en la solidez del actual poder ejecutivo, y la perspectiva de nuevas elecciones legislativas a corto plazo ensombra las estrategias a medio plazo de todos los partidos parlamentarios.

Los socialistas sobre todo, duramente castigados en las elecciones de octubre pasado, y que atribuyen la derrota a los sacrificios que el Gobierno Soares tuvo que imponer para corregir la crisis económica y financiera "provocada por los gobiernos anteriores de derecha", no soportan que Cavaco Silva refuerce su popularidad usurpando los méritos de una situación creada por factores ajenos a la política actual.

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