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FÚTBOL / COPA DE EUROPA

La Juventus terminó perdiendo un encuentro que tenía controlado

Lo vio venir mansamente y no se lo pensó ni un segundo. Esa reacción instantánea impidió que cualquier defensor de la Juventus pudiera interponerse en la trayectoria del balón y el Camp Nou estalló porque fue Julio Alberto, y no otro quien consiguió lo que parecía imposible: entrar en la madriguera del equipo italiano. Ese gol del nuevo ídolo de la afición culé vale su peso en oro y abre la eliminatoria al Barça, que jugará con ventaja, el próximor día 19, en el vetusto estadio Communale de Turín.El Barça fue ayer un equipo de estudiantes de formación profesional que se enfrentaba a todo un artesano del fútbol europeo. Lo sabían todos los que acudieron ayer al coliseo barcelonista con temor y esperanza. También, Terry Venables, técnico azulgrana, que puso sobre el césped del Camp Nou a todos sus alumnos disponibles junto a un repetidor de lujo, Migueli. Venables, que va por la vida futbolística echándole valor, siguió en su línea habitual anoche y ni siquiera planteó un marcaje especial para la estrella del rival, el francés Platini. Y el entrenador barcelonista, una vez más, tuvo la suerte de quienes arriesgan y aspiran a ser campeones.

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La Juventus sólo tardó cinco minutos en aclimatarse al ambiente. Durante esos 300 segundos las gradas del Camp Nou vibraron con el empuje de un equipo que llevaba el balón con más corazón que cerebro. Después, llegó el silencio expectante que suelen aprovechar los pájaros de mal agüero para volar. Platini, libre de cualquier atadura, se plantó entre su defensa y sus compañeros del centro del campo y comenzó a tejer -un tapiz por el que resbalaban los jugadores del Barça. El francés jugó durante 24 minutos sin cometer un error. Y al Barça le salvó el saber estar de dos hombres espigados, fuertes y sin complejos, Migueli y Alexanco, que hicieron la raya en su parcela y no dejaron pasar a ningún jugador vestido de blanquinegro.

El socio culé llegó a ponerse nervioso al ver la impotencia de sus jugadores, quizá porque perdió la memoria tistórica y se olvidó de que el rival del Barça era el actual campeón de Europa, que en toda la competición continental sólo ha recibido un gol y nueve en la Liga italiana. La Juve consiguió, durante los primeros 45 minutos, el objetivo que se fijó al llegar a Barcelona: que no se moviera el marcador.

Venables, obligado por las circunstancias -Esteban y Carrasco sufriéron sendos tirones musculares-, retocó todas las líneas y situó a Julio Alberto en el centro del campo. Pero tampoco hubo mejoría en el juego azulgrana. Hacía falta un hurón para sacar a la Juventus del agujero donde se había metido con todo descaro, a la espera de dar su típica puñalada trapera que dejara sentenciada la eliminatoria. Esta no llegó porque el Barça supo guardar sus espaldas.

La Juventus, de forma metódica y calculada, no arriesgó un ápice ni siquiera en la recta final del encuentro. Siguió con su tuya-mía, congelando el balón, con la intención de sacar de sus casillas a los chicos de Venables. No lo consiguieron y el Barça, con un fútbol tosco, mantuvo algo importantísimo: su espíritu de lucha y su fe en la victoria.

Archibald, que se pasó todo el partido mirando con rabia cómo no le llegaba un balón en condiciones, estuvo a punto de conseguir esa victoria. Estiró su pierna cuando Víctor chutó desviado hacia el portal de Tacconi, pero no llegó al balón. Julio Alberto sí que consiguió golpearlo con la misma fuerza que derrochó durante los 90 minutos del encuentro. El esférico, quizá para vengarse de tanto fútbol-trampa, pasó por entre las piernas de una nube de jugadores y engañó a Tacconi. Gol.

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