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Tribuna
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Recuento

Hace días que le estoy dando vueltas al argumento de que votar no en ese referéndum del que les supongo enterados es votar lo mismo que la extrema derecha. Peligrosa coincidencia que me invita a recordar cuántos votos suele sacar la extrema derecha en las diferentes elecciones y a continuación proponer a los partidarios del no que se autoapliquen un descuento de un 1% o un 2% a cuenta de los votos que vayan a recibir de tan poco estimulante compañía. Ahora bien, los partida-rios del sí deberían autodescontarse el tanto por ciento correspondiente a los thatcheristas, reaganianos y straussistas que van a votar sí. Nobleza obliga.De ganar el sí deberíamos asun-ur compromisos futuros dificiles de comprender desde cualquier sensibilidad democrática. Por e emplo, ser compañeros de cruzada de militares turcos que ahorcan sindicalistas o estar a las verdes otanistas cuando EEUU decide chulear las aguas de Libia. También sería conveniente que empezamos a preparamos para la evidencia de que no llegue tanta tecnología punta como se promete, es decir, que nos pase lo mismo que a otros Estados de larga tradición atlantista (Grecia, Turquía, Portugal) que no han visto otra tecnología punta que la hamburguesa de plexiglás.

Como el referéndum está dividiendo el sentido común de la progresía española, se debería llegar al acuerdo ético de no utilizar lenguaje años treinta o cincuenta (socialtraidores o tontos útiles de la Unión Soviética). Porque hay algunos partidarios del sí que no vacilan en sacarse a la URSS de la bragueta para llevarse el sí al huerto, por encima de aquel espíritu deportivo democrático que había hecho de todos nosotros unos chicos encantadores. El que quiera domúr bajo la amenaza de un osito soviético de peluche, allá él con su problema. En cualquier caso, de perder el referéndum esa nueva reserva espiritual de Occidente que nos ha salido como un forúnculo, siempre puede apuntarse a otra División Azul que haga frente al inminente expansionismo soviético. Esa carga de la brigada ligera, con Narcís Serra al frente y con el sable en ristre, da para un poema épico generacional, y si el uniforme lo diseña y lo cose quien yo pienso, eso, eso es una superproducción.

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