Ramón Custodio López
Peregrino de los derechos humanos de Céntroamérica
Este médico hondureño de 55 años viaja actualmente por Europa con una pequeña maleta que contiene todo un infierno de torturas, desapariciones y muerte, meticulosamente relacionadas. Abrirla supone asomarse al abismo del horror. Su muestrario de la ignominia humana en un pequeño rincón del mundo busca la solidaridad de las democracias para seguir luchando contra el absurdo. Su trabajo sirve como fuente para redactar los informes de Amnistía Internacional y los del Congreso estadounidense sobre Honduras. "Sirve también para salvar vidas, y esto es lo que importa", dice Ramón Custodio.
"La realidad de Centroamérica supera con mucho a las novelas de García Márquez, a quien admiro", comenta este médico de pelo cano y hablar pausado que parece imitar la imperturbabilidad de un político británico sin poder borrar de su aspecto unas formas caribeñas que delatan sus raíces.Fundador en 1981 del Comité de Defensa de los Derechos Humanos de Honduras (CODEH), este catedrático de Patología Clínica de la Universidad Autónoma de Tegucigalpa fue nombrado el pasado julio presidente de la Comisión Centroamericana de Derechos Humanos.
La lucha de Custodio contra las dictaduras que han "desgobernado" Honduras comienza en sus recuerdos de niño, con el exilio de su padre a El Salvador. Posteriormente, él mismo tuvo problemas en ambos países por ser un líder del sindicato de estudiantes. Recién graduado, fue destinado como médico público a La Mosquitia, remota zona fronteriza con Nicaragua, habitada por los indios misquitos. "Sus enfermedades, su miseria y su explotación por el caciquismo político conservador me conmovieron", confiesa Custodio. Entonces publicó una serie de artículos titulada 'Mosquitia adentro' en el periódico El Cronista. Como sus escritos de denuncia no gustaron al mando militar de turno, le obligaron a pedir su renuncia voluntaria. Pero Custodio no renunció: "Si me echan, díganlo, sean responsables con su decisión", les espetó. Le echaron de un país que todavía sigue sufriendo una de las tasas de médicos más bajas de América (4 por cada 1.000 habitantes, frente á 60 militares o policías) y una de las más altas de mortalidad infantil (87 bebés muertos por cada 1.000 nacimientos).
Forzado al exilio, Custodio marchó a Londres para cursar tres años de la que luego sería su especialidad, Patología Clínica. Allí nacieron su interés por la docencia y la investigación, y su afición por el teatro y la literatura.
Cuando pudo volver a Honduras se dedicó a la práctica profesional de la hematología y los análisis clínicos -de lo que sigue viviendo- y comenzó a dar clases en la Universidad, donde logró la cátedra de Patología Clínica en 1964. Cuatro años más tarde fue elegido presidente del Colegio de Médicos de Honduras. En esta época realizó dos cursos de investigación en la universidad de California, (EE UU), trabajando sobre bíoquímica del músculo. Eran los años de la rebelión estudiantil de Berkeley, y Custodio tomó contacto con los líderes universitarios del movimiento radical norteamericano.
Con él al frente, el comité de Derechos Humanos ha comprobado y denunciado la desaparición de 128 personas, y ha conseguido, pese a las amenazas y las presiones, rescatar a otras muchas de ese viaje a la muerte.
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